Un tema nuevo en la cultura: la maternidad

 Especial 1975-2025 ⁄ 50 años de cambio cultural

La incorporación de un importante contingente femenino a la creación ha significado el abordaje de asuntos históricamente despreciados

'Cinco Lobitos', película de Alauda Ruiz de Azúa

‘Cinco lobitos’, de Alauda Ruiz de Azúa, aborda el agotamiento y las renuncias que supone tener un bebé si el padre no pone de su parte

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“Las madres no escriben: son escritas”. La frase es de Susan Suleiman, profesora en Harvard, data de 1985 y se ha hecho muy famosa. Como también es muy conocido el artículo de la filósofa Virginia Held Nacimiento y muerte (1989), que señala cómo la filosofía se ha ocupado constantemente de lo segundo, pero ha invisibilizado lo primero.

La devaluación de la maternidad es muy antigua. El Génesis relata que Dios Padre crea el mundo, y al ser humano, sin necesidad de madre, y extrae a Eva del cuerpo de un varón. Es cierto que, posteriormente, el Señor, para tener un hijo, recurrirá a una mujer, María. Pero no en igualdad de condiciones. La madre es humana, el Padre divino; la decisión de engendrar ese hijo es de Él; ella obedece. “Hágase en mí según Tu voluntad” es casi la única frase que pronuncia la Virgen en el Nuevo Testamento. 

Asexuada y muda, difícilmente puede servir de modelo a las madres humanas (como explica Marina Warner en su ensayo Tu sola entre las mujeres), pero sigue presente bajo mensajes modernos, como ese anuncio del Corte Inglés por el Día de la Madre de 2019: “97% abnegación, 3% egoísmo, 0 % quejas, 100% madre”... Y la única figura alternativa a esa madre angelical es la diabólica, la madrastra de los cuentos.

/ La cultura dominante nos ha transmitido dos modelos de madre: la angelical y la diabólica, la madrastra de los cuentos

No es de extrañar que la maternidad (la de carne y hueso, no la de Nuestra Señora) haya sido desdeñada por el arte y el pensamiento. La ideología dominante la consideraba (como explica Virginia Held en el artículo que cité al principio) algo perteneciente al reino de la materia, indigno de ser abordado por la cultura. En la cual, además, autoría y autoridad eran casi exclusivamente masculinas. Como muestra, dos o tres botones: en 1975, la Real Academia Española estaba compuesta únicamente por hombres, el Premio Nacional de Literatura se había otorgado hasta entonces a treinta hombres y tres mujeres, y de las cuarenta películas españolas estrenadas ese año, ninguna era de una directora.

La incorporación de un importante contingente femenino a la creación cultural, aunque aún lejos del 50% (en 2022 se publicaron en España casi el doble de libros de hombres que de mujeres, y de las 57 películas españolas estrenadas en 2024, fueron dirigidas por mujeres 18), ha tenido un efecto clarísimo en los contenidos. De la mano de creadoras, con a, la alta cultura aborda ahora experiencias como la relación madre-hija, el amor lesbiano, la violencia sexual, y, sobre todo, la maternidad.

/ Las creadoras de hoy no idealizan la maternidad: critican su versión tradicional y reflejan los modelos más atípicos

Y ¿qué visión nos dan de ella?… Lo menos que se puede decir es que no la idealizan. Las ensayistas critican su estatus devaluado, como hace Victoria Sau en el brillante y rotundo El vacío de la maternidad (1995). La estudian desde un punto de vista psicológico, como en Figuras de la madre (1996, coordinado por Silvia Tubert), o político (Libertad, igualdad, maternidad, de Patricia Merino, 2017). Critican su versión más tradicional (lo hace Beatriz Gimeno en La lactancia materna, María do Cebreiro en Maternidades virtuosas), o reivindican una sabiduría de las mujeres en conflicto con el establishment médico (Ibone Olza: Palabra de madre, 2022).

En narrativa (literaria o audiovisual), tampoco hay idealización ninguna. Por ejemplo, la película Cinco lobitos (Alauda Ruiz de Azúa, 2022) pone de relieve el agotamiento y las renuncias que supone un bebé, sobre todo si el padre no asume su parte. Se nos muestran las dudas en torno a la decisión de ser o no madre, y el coste psicológico de intentarlo sin éxito, como en la sutil y reflexiva Placenta, de Alaine Agirre (2021, edición original en vasco). Aparecen, por primera vez, obras literarias (no médicas o de autoayuda) en torno al embarazo, como Temps d’una espera (Carme Riera, 1998). Se nos relatan maternidades atípicas, como la que se da en una pareja de lesbianas, de las que una desea intensamente ser madre y la otra la contempla entre horrorizada y embelesada (Boulder, 2020, de Eva Baltasar, en catalán).

La vasca Alaine Agirre y las catalanas Eva Baltasar y Carme Riera, tres ejemplos de autoras que se han centrado en la maternidad

La vasca Alaine Agirre y las catalanas Eva Baltasar y Carme Riera, tres ejemplos de autoras que se han centrado en la maternidad

Archivo/X.Cervera/X.Jurio

Detengámonos por último en dos temas espinosos. Uno, que era tabú hasta hace poco (y lo sigue siendo en gran parte, a juzgar por lo poco que se trata): el aborto. Hasta 1975, la línea oficial era la aplicada por Ignacio Iquino en una película de título elocuente: Aborto criminal (1973). Hoy se muestra sin condenarlo, como una realidad que puede ser trágica por sus consecuencias (en la extraordinaria O corno, de Jaione Camborda, 2023) o asumida sin dudas ni aspavientos (Mamífera, de Liliana Torres, 2024).

El otro tema espinoso es de hecho casi inmencionable: el filicidio. Me parece curiosa la aparición de algunas novelas y películas, no solo en España (en Francia, Canción dulce de Leila Slimani ganó el Goncourt en 2016) de argumento muy similar: una mujer (madre o niñera) mata al niño o niños que están a su cargo; otra la observa, con una fascinación turbia… Es lo que sucede en Mi amor desgraciado de Lola López Mondéjar (2011), Las madres no de Katixa Agirre (2018, en vasco en el original) y Salve María de Mar Coll (2024, basada en la novela de Agirre).

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Mi interpretación —no es más que una opinión personal, pero ahí va— es que la cultura dominante nos ha transmitido, como expliqué antes, dos modelos de madre: la angelical y la diabólica. Las madres modernas querríamos, claro, ser tan perfectas como la Virgen y las del Corte Inglés, pero no podemos, porque tenemos otros intereses en la vida, aparte de nuestras criaturas.

¿Somos, entonces, madres diabólicas? ¡No! ¡Esas son las que matan a sus hijos (de verdad, no como nosotras, que a veces nos gustaría deshincharlos y guardarlos doblados en un altillo)! De ahí la fascinación… y el alivio: angelicales no somos, pero diabólicas tampoco. Somos humanas. Y eso, el mostrar a las madres como personas, individuos, no arquetipos, es lo que nos regala la literatura y el cine sobre maternidad que están produciendo directoras y escritoras de unos años a esta parte.

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LAURA FREIXAS
A child sleeps on his mother's shoulder as she works on the computer.

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Laura Freixas, escritora y autora del influyente ensayo Literatura y mujeres (Destino, 2000)

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