Tres buenos thrillers antes de los turrones

LATIDOS

Jordan Harper, James Kestrel y la pareja literaria Coben/Whiterspoon nos llevan desde Los Angeles a Honolulú y Moscú

La actriz Reese Whiterspoon y el escritor Harlan Coben publican ‘Sin decir adiós’, una novela a cuatro manos

La actriz Reese Whiterspoon y el escritor Harlan Coben publican ‘Sin decir adiós’, una novela a cuatro manos

Lloyd Bishop/NBC via Getty Image

De retorno de la feria del libro de Guadalajara, México, pasé unos días en Los Angeles visitando a unos buenos amigos. Un largo paseo con mi hija Leticia por la playa, desde Santa Monica a Venice, nos llevó hasta la librería Small World Books, pequeño oasis literario en una acumulación de tiendas de tatuaje, souvenirs y culturismo. 

Allí hablamos con el librero sobre la literatura de la metrópolis californiana: a diferencia de la generada sobre Nueva York, no es excesiva. Aparte de John Fante y Charles Bukowski, por los que no siento una gran devoción, y junto a las siempre interesantes memorias de gente de cine, la disciplina cultural dominante en la ciudad -le regalé a mi hija Groucho y yo - probablemente el dominio estrella en este campo lo ostenta la novela negra. El olimpo angelino está presidido sin apenas competencia por Raymond Chandler con su inolvidable El largo adiós, y tiene a su vera a James Ellroy ( LA confidential ) y Michael Connelly (serie Harry Bosch). Vale la pena añadir ahora Silencios que matan, de Jordan Harper, que publica en España Salamandra y acaba precisamente en Venice, frente al Pacífico.

Harper, que fue guionista de la serie El mentalista, también ambientada en California -una buena tarjeta de visita-, ha recibido varios galardones por esta su segunda novela. Silencios que matan nos introduce en el mundillo algo turbio de las relaciones públicas y la venta de imagen de alto nivel, conectada tanto a la política como a los estudios de Hollywood. 

Mae Pruett, la protagonista, se ve envuelta en una trama criminal que le lleva de los lujosos despachos de las élites y las residencias de Beverly Hills a los restaurantes de Koreatown y los descampados donde tienen su hogar los sintecho. Como trasfondo, las tropelías de magnates siniestros que en la línea de Jeffrey Epstein -referencia no explicitada que también se producía en la novela de Javier Cercas El castillo de Barbazul - convierten el sexo con menores en una mercancía cotidiana. Silencios que matan brinda la excelente confluencia de género negro y narrativa urbana documental y panorámica.

⁄ Desconfió de los libros firmados a medias por una celebridad y un autor policiaco. Pero 'Sin decir adiós' atrapa

Siguiendo con la editorial Salamandra, que este año presenta una buena cosecha, tenemos otro thriller ambicioso que desborda la adscripción al género: Cinco meses de invierno, de James Kestrel. La amplitud de enfoque es aquí de espacio y de tiempo. La novela empieza y acaba en Honolulú, Hawai, pero entremedio nos lleva al Japón de la segunda guerra mundial, con su auge y caída. 

El protagonista es policía, la trama arroja sucesivos cadáveres, y como en la buena narrativa decimonónica los distintos destinos se cruzan, los amores se inician y se rompen, los personajes entran y salen de la trama a lo largo del tiempo y el lector experimenta la reconfortante sensación de asistir a un viaje existencial lleno de peripecias.

Y un tercer thriller recomendable en estos días prenavideños es el de Harlan Coben y Reese Whitherspoon Sin decir adiós (RBA). Tiendo a desconfiar de los libros firmados a medias por una celebridad y un autor policiaco por respetado que sea. Por ejemplo, los publicados por Bill y Hillary Clinton con James Patterson y Louise Penny respectivamente me parecieron flojos. El de la actriz de Una rubia muy legal y el autor de No se lo digas a nadie, en cambio, es de los que atrapan. 

Con el trasfondo de la medicina de guerra y los programas humanitarios en África, la novela nos pasea también por los campus universitarios de Baltimore, las bases militares de Kuwait y las mansiones de los plutócratas rusos. ¿Para qué necesita el esquivo millonario Oleg Ragoravich a la experimentada doctora Maggie Mc Cabe, apartada del ejercicio de su profesión, en el barrio moscovita de Rublevka? 

La respuesta es solo el desencadenante de un buen ejercicio de suspense médico internacional.

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