Primero, hay que pensar con quién se va a jugar y después buscar algo que despierte el interés de todo el grupo. También es importante crear ambiente y evitar que, si hay un poco de competencia, esta no derive en competitividad y el juego acabe como el rosario de la aurora. Estas son algunas de las recomendaciones de básicas del creador catalán Josep Maria Allué, uno de los autores de juegos de mesa infantiles más prolíficos del país que, a las puertas de la Navidad, reivindica el juego en familia como una forma de compartir tiempo y generar experiencias memorables lejos de las pantallas.
Autor de cerca de sesenta juegos y con una trayectoria de más de dos décadas, Allué reivindica el juego de mesa como una experiencia cultural completa. “Cuando acabas de jugar, estás mejor contigo mismo y con los demás que antes de empezar”, afirma. De hecho, el mismo se define ( a los autores de juegos de mesa) como “alguien que tiene la habilidad de coger algo de nuestro entorno y transformarlo en una actividad divertida, que te apetece compartir con otras personas”.
“Cuando acabas de jugar, estás mejor contigo mismo y con los demás que antes de empezar”, dice el autor
Allué lleva más de veinticinco años creando juegos y cerca de sesenta títulos publicados con su nombre en la caja. Capitán Flint, Tobinstein, Go Cuckoo! O El monstruo de colores, basado en el cuento homónimo de Anna Llenas, son algunas de sus más preciadas creaciones.
Su trayectoria está muy ligada al mundo educativo y a la animación sociocultural. Fue en una ludoteca municipal de Barcelona, rodeado de cientos de juegos, muchos de ellos procedentes de otros países, donde descubrió que aquel universo podía ser algo más que una afición. Más tarde, en festivales internacionales como Cannes o Essen, le sorprendió ver juegos firmados por sus autores. “Me quedé flipado, porque aquí en España era absolutamente impensable”, recuerda.
Desde entonces, el sector ha cambiado de forma radical. Allué no duda al describir el momento actual como especialmente positivo: “Es un muy buen momento. Hay muchas editoriales, muchos autores, y los juegos de autores españoles se publican fuera y los de fuera se compran aquí”. A su juicio, el crecimiento no es un problema, sino justo lo contrario: “Ahora hay mucha producción y mucha rotación. Y yo digo: es exactamente lo que queríamos”.
El juego del Monstruo de colores lleva vendidos más de 250.000 copias.
Ese crecimiento ha ido acompañado de un cambio en el público. El centro del mercado ya no está solo en el jugador experto ni en el consumidor del juego tradicional. “El trozo grande del pastel está en el centro del tablero: las familias, los niños y los jugadores que solo quieren divertirse y pasarlo bien”, explica. Muchos adultos que jugaron en los años noventa han vuelto ahora a los juegos de mesa para compartirlos con sus hijos, pero con expectativas más altas.
Qué debe tener un buen juego de mesa
1
Pensar con quién se va a jugar: “Has de buscar algo que creas que hará disfrutar o despertará el interés de tu grupo”.
2
Buscar una propuesta que conecte: puede ser la historia o el objetivo que plantea.
3Crear ambiente alrededor de la mesa: “Tiene que crear una situación”.
4Competir sin agresividad: “Que haya competición, pero no competitividad”.
5Que entre por los ojos: “Que lo veas y digas: esto me apetece”
Uno de los ejemplos más claros de este enfoque es El Monstruo de colores, su juego más vendido, con más de 250.000 copias. Un juego sencillo en mecánicas, pero profundo en experiencia. “Tiras un dado, mueves el monstruo y dices algo que te provoca una emoción. En la mesa haces muy poco, pero cuando tienes que ir dentro de ti y pensar qué te hace feliz o qué te da miedo, ahí está la riqueza”, señala.
“Jugando disfrutas y creas vínculo con tu gente”, asegura Josep Maria Allué
Allué defiende el juego de mesa como un producto cultural en toda regla, comparable a leer o escuchar música. “Es algo que no necesitas estrictamente para vivir, pero sin ello tampoco vale mucho la pena vivir”. Para él, la clave no está en la pedagogía explícita, sino en el disfrute compartido: “Jugando disfrutas y creas vínculo con tu gente”.
