Un día del mes de junio de 1993, Joan de Sagarra me llamó para proponerme la edición de la obra completa de su padre (sin las traducciones), preparada con criterios filológicos. “Como los volúmenes de La Pléiade”, me dijo. Y añadió: “He visto que has editado a Verdaguer —la edición crítica de Excursions i viatges— y por eso te encomiendo la edición de la obra de mi padre”. El año siguiente se celebraría el centenario del nacimiento del escritor, y él creía que era un buen momento para emprender una edición filológica de su producción literaria.
Días después, Joan me citó en un café de la Rambla. Tendríamos, él y yo, una reunión con el editor valenciano Eliseu Climent, que estaba dispuesto a llevar adelante la publicación de la obra completa de Sagarra. En aquella conversación establecimos las líneas generales del proyecto. Unos días más tarde, presenté al editor un esquema de lo que yo creía que tenía que ser la edición que se me confiaba.
⁄ Joan nos dejó cuando teníamos previstas más reediciones y queda pendiente de publicar la totalidad de sus artículos
En primer lugar, además de completa (excluidas las traducciones), la edición tenía que ser crítica. Yo confrontaría el contenido de cada título con el manuscrito correspondiente —si se había conservado— y con las ediciones anteriores a la última publicada en vida del autor, y fijaría el texto, acompañado de la aparatología crítica con las variantes de los manuscritos o de las ediciones. En segundo lugar, la obra se publicaría en una veintena de volúmenes y a un precio asequible. La edición seguiría un orden cronológico y los volúmenes irían agrupados por géneros: poesía, prosa y teatro.
Propuse los nombres de los colaboradores que me ayudarían en la pesada tarea del establecimiento del texto y se encargarían de redactar las introducciones a los respectivos géneros: Jordi Llavina, Maria Nunes y Miquel Maria Gibert. Por su parte, el editor había decidido que fuera el diseñador Enric Satué quien diera forma y color a la presentación material de los volúmenes.
La edición se estrenó con la publicación del volumen segundo, El Comte Arnau, un poema narrativo de nueve mil versos, del cual disponíamos solo de las ediciones aparecidas en vida de Sagarra. Las confronté con la del texto que tomaba por base (el de Obra poètica, de 1947, autorizada y revisada por el escritor). Este volumen se publicó en València, en 1994, año del centenario del nacimiento del escritor.
Dos años después salió el volumen primero de esta edición. Comprendía el Primer llibre de poemes , El Mal Caçador y los cuatro libros de canciones: Cançons d’abril i de novembre , Cançons de rem i de vela , Cançons de taverna i d’oblit i Cançons de totes les hores . Por lo que he sabido después, el volumen tuvo una buena acogida por parte de críticos y lectores.
Vino después el volumen tercero, con el resto de libros poéticos de Sagarra (excepto El poema de Montserrat, que, debido a su extensión, tendría dos volúmenes). El tercer volumen comprendía El poema de Nadal, La rosa de cristall, Àncores i estrelles i Entre l’equador i els tròpics, con inclusión de los poemas satíricos reunidos por Lluís Permanyer, y poesías dispersas o inéditas, facilitadas por particulares.
Los dos volúmenes siguientes incluían la edición crítica de El poema de Montserrat, que recogía extensas variantes del manuscrito, redactado en la inmediata posguerra y mutilado por la censura en la edición de bibliófilo de los años 1950-55 y en la popular de 1956. La inclusión de los versos suprimidos permitiría una nueva lectura del poema, y lo alinearía con las obras líricas catalanas más representativas de la posguerra: Nabi, de Josep Carner; Elegies de Bierville, de Carles Riba, y Les irreals omegues, de J. V. Foix.
Los nueve volúmenes siguientes incluirían los libros escritos en prosa (de la novela Paulina Buxareu a las fastuosas Memòries), para algunos de los cuales fueron de gran utilidad los respectivos autógrafos. En el caso de La ruta blava, además, el manuscrito sería la base de la edición, ya que la obra se había publicado después de la muerte de Sagarra, con erróneas lecciones del original autógrafo y ultracorrecciones lingüísticas.
Los diez volúmenes restantes reunirían las cincuenta obras de teatro, con inclusión de alguna pieza inédita facilitada por el hijo del escritor.
Terminada la publicación de la obra completa de su padre, Joan me propuso la reedición, en volumen songular, de algunos de los títulos de la edición crítica, y en 2023 la editorial Barcino acogió, en su colección de autores “imprescindibles”, la novela Vida privada, para la cual Joan me pidió que hiciera una introducción. El año siguiente, Club Editor —por interés de Maria Bohigas, responsable de la editorial— publicó, también a partir de mi edición, La ruta blava, un espléndido libro de viajes, escrito por Sagarra durante una estancia en la Polinesia en el año 1937.
Josep Maria de Sagarra y Joan de Sagarra, padre e hijo
Joan nos ha dejado cuando teníamos previstas más reediciones de la obra literaria de su padre: Els ocells amics, una delicia de libro que tendrían que leer los escolares de hoy; La rosa de cristall, un libro de versos de un lirismo acentuado; la novela All i salobre, y una nueva edición de las Memòries, con el texto fijado con la ayuda del manuscrito original, poco respetado —con respecto a la lengua— en las ediciones anteriores.
Hace poco, el Teatre Nacional de Catalunya puso en escena La corona d’espines, drama sagarriano de 1930, que, casi un siglo después, ha tenido mucha aceptación de la crítica y del público. El texto, publicado por el TNC, es el de la edición crítica de la obra completa mencionada.
Creo que, como complemento de la edición de la obra catalana de Josep Maria de Sagarra, se tendría que emprender la publicación del articulismo en castellano del escritor (sobre todo en Guyana Guardian y en Destino), una escasa parte del cual el autor recogió en libro en 1959. También sería bueno que se reunieran en un volumen los artículos de prensa de su hijo, sobre todo las “terrazas” en Guyana Guardian de los últimos años. /
