Han transcurrido 35 años desde el debut de una de las producciones cinematográficas navideñas más vistas. En 1990, Solo en casa catapultó a Macaulay Culkin al estrellato, otorgó a Joe Pesci posiblemente más bienes raíces que toda su filmografía con Scorsese, se posicionó como la tercera película con mayores ingresos de todos los tiempos tras La guerra de las galaxias y E.T. , y nos legó varias secuencias memorables. Los millennials que la vieron repetidamente en sus reproductores de VHS durante su infancia la han examinado exhaustivamente al llegar a la adultez. La autora y crítica Olivia Rutigliano expuso en Crime Reads que Solo en casa “representa cómo la fetichización de la propiedad lleva al daño, ya que participa en la ideología problemática del Defiende Tu Lugar”. En su escrito, agrega: “La interpretación que Kevin hace de la vida adulta, que coloca las propiedades por encima de la familia puede ser producto de la ida que ha vivida con su familia rica y paternalista en una enrome mansión en un suburbio de Winnetka, Illinois”. El medio Screen Crush produjo un videoensayo donde postula que Solo en casa constituye un estudio sobre el solipsismo y que Kevin McAllister, el personaje principal, es forzado a evaluar la empatía para subsistir. Otro aspecto que suscita una fascinación inagotable en las discusiones sobre el filme es la magnitud de la residencia de los McAllister y la dinámica de sus finanzas, que permiten unas vacaciones en París para los cuatro hijos y los cinco primos.
'Friends' navideño
EL EPISODIO NAVIDEÑO RESISTE
De entrada, el concepto “episodio navideño” parece un concepto de otra época, de cuando las series, ya fueran dramas o comedias, tenían temporadas larguísimas y regulares –no se hacían un Euphoria, eso de dejar vacíos de años entre temporada y temporada– y podían permitirse dedicar uno de sus capítulos cada año a la cosa festiva. Esa televisión de otros tiempos nos dejó episodios que se pueden revisitar cada año buscando activar el resorte de la nostalgia, como el de la fiesta de Navidad de The Office, el del armadillo en Friends o The Best Chrismukkah ever, que hacía un mix de Navidad y Hannukkah muy al estilo californiano en The O.C. Guionistas y productores deben estar resistiéndose a dejar ir del todo la idea del episodio navideño, porque incluso la televisión post-plataformas a veces les hace un hueco. Industry, la alambicada serie de HBO sobre los cachorros banqueros de la City y sus aceleradas vidas, tiene un episodio en su primera temporada titulado Cascanueces de temática definitivamente adulta –lo que ocurre en el baño de tu banco de inversiones se queda en el baño de tu banco de inversiones–, porque para lo que los mortales es “fin de año” para los titanes de las finanzas es “temporada de bonus”, y de excesos. También la irregular The Bear sitúa el mejor episodio (y el más histriónico y exagerado) de sus cuatro temporadas en una Nochebuena tan familiar como infernal. En el canónico Fishes la Nochebuena de los Berzatto acaba como el rosario de la Aurora.
'Pesadilla antes de Navidad'
LOS LIBROS, EN LAS LIBRERÍAS
Pesadilla antes de Navidad. Con apesadumbrada ironía, los encargados de la librería La Ciutat Invisible, colgaron el poster de la película de Tim Burton en el carrusel de Instagram en el que explicaron que les habían entrado a atracar, reventando la caja y derrumbando varias estanterías de libros. Es la cuarta vez que les ha pasado en tres años y, en cuanto lo comentaron en redes, compañeras libreras como las de la Tribu, editoriales como L’Altra, Barlin o Blackie Books, autores como Julia Bertran y mucho lectores se lanzaron a ofrecer ánimos y ayuda a este espacio cultural cooperativo que hace de dinamizador cultural en el barrio de Sants de Barcelona. Aprovechamos esta historia para animar a los lectores del Cultura/s a hacer sus encargos navideños en sus librerías de barrio y de confianza. Las plataformas, solo para las botas.
Josep Carner
LA 'DÈCIMA' ENCIMA DE LA SILLA
La costumbre catalana de que los niños suban a una silla para declamar un poema navideño o un “dècima” (esta forma poética de siete sílabas terminó por denominar cualquier composición breve ligada a un evento particular) se mantiene bastante vigente debido a los centros educativos que la promueven y a los hogares que insisten en esta arraigada tradición, que engañosamente hace pensar a los pequeños que la poesía les reportará beneficios económicos. Durante su etapa como conductor del Més 324,, el comunicador Xavier Grasset se subía a una silla en su estudio cada Navidad para recitar sus versos festivos. El año anterior, lo hizo en el área de descanso de los trabajadores de Televisió de Catalunya, con una obra de Basilia Sanahuja, y el suceso se difundió ampliamente en las redes. Para aquellos que deseen replicarlo en sus hogares, Ara Llibres publicó hace tiempo una recopilación de poemas para recitar de pie que contiene rodolins adecuados para jóvenes declamadores, así como versos de Jacint Verdaguer y Salvat Papasseit. En los establecimientos escolares, con frecuencia destaca uno de Josep Carner (AI, quin fred que fa!...) Y una pieza anónima que podría considerarse el poema más recitado en Catalunya: “Tinc quatre anys i soc bufó / i de coses en sé un piló”. Aquel que lo recompense con menos de dos euros carece de sensibilidad.
