El pase L2 de Lamine Yamal

Barça

La tercera asistencia en la Liga con el exterior del extremo se lleva todos los elogios

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Lamine Yamal ante el Mallorca )

JAIME REINA / AFP

En portugués se le llama trivela . En Sudamérica lo bautizaron como tiro de tres dedos. El nombre más extendido es el de golpeo con el exterior. En el Barça empieza a ser conocido como el pase de Lamine Yamal, que puede llegar a ser una marca registrada.

Tres de las nueve asistencias que el extremo ha realizado en esta Liga han sido con fenomenales pases con el exterior de su bota izquierda, un arte que domina.

Lamine Yamal: “Me sale bastante bien. Cuando esté en esa parte del campo lo seguiré haciendo”

Impresionó con un pase larguísimo en el estadio de La Cerámica para que Raphinha hiciese el quinto. Cortó a la defensa del Espanyol con una genialidad delicada para que Olmo abriese el marcador en el derbi. Y el martes se sacó de la chistera un envío milimétrico para evitar a Mojica y Raíllo y que la pelota le llegase a Raphinha, que puso el 1-3.

“Ahora mismo es el mejor del mundo realizando esta acción. En el fútbol actual que se le asemeje solo se me ocurre Modric”, apunta el analista Àlex Delmás. “El golpeo con el exterior de Lamine es de una sensibilidad y precisión que solo los elegidos pueden ejecutar”, interviene el articulista y exjugador Joan Golobart.

“Me fascinó la belleza mortífera de la jugada. Le pongo un 9,5 en dificultad”, dice el Lobo Carrasco

“Me fascinó. Es una acción que te deja satisfecho futbolísticamente pero, además de elegante, es decisiva. Se puede catalogar de belleza mortífera”, define Lobo Carrasco, que fue extremo técnico como ahora Lamine Yamal.

El caso es que los envíos con el exterior del extremo no son nuevos de este curso. Porque la temporada anterior, en la Champions contra el PSG en Montjuïc, Lamine Yamal ya lo utilizó... Con 16 años. Después de desbordar por fuera a Nuno Mendes metió el pase al área pequeña con el exterior de la zurda para que Raphinha marcase el 1-0. Poco después llegaría la expulsión de Araújo, Lamine Yamal fue sustituido y el partido cambió (1-4).

“Se ausentó de la celebración como si su pase fuese lo normal. Ha crecido mucho”, valora Joan Golobart

Si Romário fue un jugador de dibujos animados (Valdano dixit) y Messi era uno de Playstation (copyright de Wenger), el 19 del Barcelona es un futbolista que aún tiene edad de estar jugando a videojuegos más que estar decidiendo partidos en Primera.

Tras el partido de Son Moix, TV3 le preguntó cuál es el botón en el mando de la consola para hacer el pase con el exterior. “El L2 creo que es”, dijo sonriendo pero con alguna duda. En el campo, en cambio, es su recurso preferido. “Al final creo que es una cosa que me sale bastante bien y lo seguiré haciendo”, apunta. Algo que Raphinha tiene interiorizado. “Nos entendemos muy bien. Él sabe que cuando estoy en esa parte del campo el 100% de las veces lo haré”, reconoce.

“Con el efecto, el balón se aleja del defensa y cae a los pies del compañero”, describe Àlex Delmás

“Es un gesto técnico muy difícil de ejecutar porque es la superficie del pie con la que teóricamente se tiene menos fuerza y precisión. Pero lo que consigue es tener dos piernas hábiles para centrar”, abunda Delmás. “Los zurdos de pie –descubre Golobart– tendemos a ser más creativos y precisos con nuestra pierna hábil que los diestros con la suya”.

“Lo hace porque, pese a estar encerrado por la línea de banda, puede tomar la iniciativa”, explica Carrasco. “Y aúna el factor sorpresa. El lateral espera un regate y el central cree que tiene tiempo hasta que el balón llegue a su zona del área”, desmenuza el Lobo.

Lo bueno es que la curva beneficia al rematador. “Con el efecto el balón se aleja del defensa y cae a los pies del compañero”, coinciden Delmàs y Golobart. Por no hablar de la personalidad que transmite. “Me encanta que tenga un cierto pasotismo ante el éxito. Se ausentó de la celebración como si su pase formase parte de la normalidad de su juego, anunciando más. Desde la Eurocopa ha crecido muchísimo”, le elogia Golo.

En una escala de dificultad, Carrasco lo tiene claro. “El de Vila-real es de 7,5 u 8 porque hay muchos metros libres y tiene que enviar el balón a un perímetro bastante grande. El de Son Moix es un 9,5, por visión y precisión. Solo la puede poner así”, puntúa. ¿Y el 10? Me lo guardo para cuando la ponga con el exterior en la cabeza del rematador”. De lo que nadie duda es que habrá más.

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