El segundo acusado por el beso a la futbolista Jennifer Hermoso, Jorge Vilda, ha reconocido hoy que tras los hechos no preguntó a la jugadora cómo estaba. Lo ha confesado en su declaración en la fase final del juicio que se celebra en la Audiencia Nacional por el beso propinado por el expresidente de la Real Federación Española de Fútbol.
El entonces entrenador de la selección femenina de fútbol ha explicado durante su interrogatorio, que tras ganar el mundial su principal preocupación era su hija de 11 años, que había sufrido un apendicitis en Sidney y no sabía si podría volver a España.
Ha explicado que él no se enteró del beso de Rubiales a Hermoso en el momento y no fue consciente de ello hasta que ya estaba subido en el avión. Explicó que fue decisión suya, no reclamando por Rubiales, que decidió ir a hablar con el hermano de Hermoso en el avión. Pero no lo hizo por él ni por Rubiales, sino por Hermoso y por la selección.
Vilda sostuvo que conoce a 'Jenni' desde hace 17 años y estaba preocupado por ella. Sin embargo, reconoció que no fue a hablar con ella porque no le pareció oportuno. “No la quería importunar. Estaba con sus amigas, con sus compañeras. No lo vi oportuno, quería respetarlas”, subrayó.
Sin embargo, reconoció que después de escuchar a Hermoso en el juicio de que ella se sentía dolida porque no le había preguntado cómo estaba. “Igual le tenía que haber preguntado cómo estaba”, apuntó. Igualmente, negó que la viera llorar en el avión aunque sí subrayó que la vio preocupada mirando el móvil. “Pensé que era por la bola mediática que se estaba montando”, recalcó.
Vilda aseguró que Rafael Hermoso “faltó a la verdad” durante su declaración como testigo cuando dijo que el entrenador le advirtió que si su hermana no ayudaba a Rubiales tendría problemas profesionales. “No hable de Rubiales, sólo de Jenni y del equipo”, insistió.
También sostuvo que el hermano mintió cuando le dijo que dejara en paz a su hermana. “Me dijo que había sido una anécdota y que hablaría con su hermana”, para ver si hacía algún comunicado o una intervención pública con el presidente para atajar la crisis mediática que se estaba produciendo.
La línea de defensa de Vilda es que su única intención cuando fue a hablar con Rafael Hermoso fue preocuparse por la jugadora y en ningún caso ayudar a Rubiales para que no fuera más allá tras la polémica que se estaba generando por el beso. “En ningún caso hablé de Rubiales ni pensé en Rubiales”, añadió.
Para negar el delito de coacciones del que es acusado, a preguntas de su abogado, Vilda afirmó que en ningún momento ha hablado con Hermoso del asunto y de hecho, tras los hechos no ha vuelto a hablar con ella.
Los otros dos acusados de coacciones, el director deportivo de la selección masculina, Albert Luque, y el director de márketing Rubén Rivera, han negado cualquier presión a Hermoso y aseguran que ha habido testigos que han mentido. Luque sostuvo que se presentó en el hotel de Ibiza, donde estaban las jugadoras celebrando el triunfo a la vuelta de Sidney, como “amigo” de ella, para ver cómo estaba, y no como emisario de la federación.
Con la declaración de los acusados, el juicio entró en la fase final del juicio. La teniente fiscal Marta Durántez ha pedido que se confirme la petición de pena solicitada por ella, mientras que las defensas han pedido la libre absolución.
El “chiringuito” de Rubiales
En su informe final, la representante del ministerio público ha defendido que Rubiales besó a Hermoso sin su consentimiento y que después la presionaron para que dijera públicamente que fue consentido. “No se preocuparon por Hermoso como dicen ahora, les preocupaba su chiringuito”, espetó.
Para la fiscal, ha quedado demostrado que los acusados pretendieron obligarla a hacer lo que no quería. “Se aplicó una autentica omertá. Se hacía y decía lo que mandara Rubiales. Si él caía, caían los demás. Hoy ninguno de los acusados forma parte de la federación (...) A ellos no les echa la señora Hermoso, fueron ellos con sus hechos”, puntualizó.
En un duro alegato, manifestó que los acusados y los testigos que provienen de la federación y que declararon a favor de ellos lo hicieron con “chulería” y fueron “mal educados”, en comparación con la declaración del hermano de Hermoso y las jugadoras que declararon como testigos y que lo hicieron con “humildad y pudor por el sitio donde estaban”. “Esto es determinante para la credibilidad del testigo”, apuntó.

Imagen de la fiscal interrogando a Luis Rubiales
Sobre el beso, la fiscal defiende que Rubiales no le hizo la pregunta de “¿un besito?”, y desacredita el perito presentado por la defensa, “que toda su experiencia es que es sordo mudo de nacimiento”. “No hubo pregunta, no hubo respuesta, no hubo consentimiento, fue sorpresivo e inmediato”, espetó Durántez.
La fiscal critica los argumentos de Rubiales para justificar el beso. “La justificación de que ha fallado un penalti es totalmente reprochable; el 'pobrecita que ha fallado un penalti', la voy a consolar, voy a agredirla sexualmente”, espetó.
Hermoso no quiso darle a usted un piquito"
“Esta señora no quiso darle a usted un piquito. Y los señores del Tribunal Supremo deben ser tontos porque no lo ven como Rubiales”, ironizó la fiscal para atacar al principal acusado.
“Estamos en el año 2025, como fiscal aún me produce cierto rechazo tener que seguir preguntando a las víctimas de una agresión sexual porqué se reía, porqué lo celebró. Hoy en día todavía tenemos que seguir haciendo estas preguntas. Ya se ha visto a lo que nos tenemos que enfrentar, a lo que ella se ha tenido que enfrentar como víctima”, espetó Durántez.
La fiscal dice que se ha visto obligada a revictimizar a Hermoso y tener que preguntar porqué se reía en el vestuario, porqué bebía champagne, porqué comía. ¿Hasta cuándo vamos a estar exigiendo a la víctima de una agresión sexual un comportamiento heroico? ¿Acaso ella no tenía derecho a celebrar un triunfo?. ¿Qué le tenemos que exigir, que se vaya a un rincón a llorar? ¿Es menos víctima por eso?“, alertó.
Si Hermoso hubiese hecho caso a Rubiales le hubiese ido mejor"
Durántez pidió al juez José Manuel Fernández-Prieto que a la hora de poner la sentencia piense qué ha ganado Hermoso con todo esto. ”Le hubiera ido mejor“ si hubiese hecho caso a Rubiales. "No hubiera soportado que le llamasen puta, hija de puta por redes sociales; no se hubiese tenido que ir de Madrid; no hubiese tenido que aguantar que le amarguen en Ibiza, que le alteren su paz y tranquilidad“, reflexionó.
Pero Hermoso denuncia porque, según la fiscal, es una persona con ”dignidad, valores, valentía y por defender la verdad“. ”Fue un beso robado. Integra un ataque a la libertad de la mujer. No existe el derecho a las personas de dar un beso a otro", puntualizó.