Se siente “más libre”, pero también está decepcionado con algunos colegas: “esperaba recibir algunos mensajes que nunca llegaron”. Jannik Sinner ha regresado a Roma, donde disputará el Masters 1000, aclamado por el público que asistía a su entrenamiento. El tenista italiano está listo para debutar en el torneo, previsto para el sábado. Se muestra sonriente, aunque la suspensión de tres meses por dopaje —que él atribuye a una contaminación involuntaria— ha dejado huella.
En la rueda de prensa, el número uno del mundo reveló un detalle de la sanción que le afectó especialmente: “El momento más duro fue al principio. No podía asistir a ningún evento deportivo. No podía ir al estadio a ver un partido de fútbol ni seguir una carrera ciclista de mis amigos. Pero fui feliz de poder pasar tiempo con mi familia”.
¿Qué espera Sinner del torneo de casa? “El objetivo será París. No estoy aquí para vencer a cualquiera sino para intentar pasar la primera ronda y luego veremos qué puede suceder. Es difícil para mí empezar un nuevo torneo y volver a coger el ritmo de competición. Pero estamos muy tranquilos, nos sentimos bien física y mentalmente, estamos descansados, algo que nos beneficiará también al final de la temporada”.
La falta de solidaridad aún le duele, aunque finja indiferencia: “El tenis es un deporte individual, cada uno tiene su equipo. En Montecarlo me encontré con Draper y Sonego, lo pasamos muy bien. Al principio recibí mensajes sorprendentes de parte de tenistas de los que no me lo habría esperado. Y nada de aquellos de quienes sí esperaba recibir algo. ¿Nombres? No quiero decir ninguno. Todo irá bien, poco a poco se irá pasando”.
