El pitido final sonó a música celestial en el José Zorrilla. Tras mucho ruido y tensión acumulada, metido el Girona en una lucha por evitar el descenso que no se esperaba al principio de temporada, cuando sonaba el lustroso himno de la Champions, llegó el silencio y la calma con un triunfo que sabe a permanencia. El placer y alivio de los deberes hechos a falta de dos jornadas, aunque con un aprobado justo en el examen final. Los tres puntos logrados ante el Valladolid, no sin sufrimiento, parecen dar por concluida, salvo giro inverosímil, una temporada que empezó siendo histórica y ha acabado con el miedo en el cuerpo de los gironins.
Y todo terminó con final feliz gracias al de siempre, al delantero que es el alma del club en el campo, el máximo goleador histórico y pichichi del equipo este curso: el eterno Stuani. El décimo gol del uruguayo, en el banquillo de inicio por un golpe en la pierna, elevó a los blanc-i-vermells hasta los 41 puntos. Los últimos cuatro tantos del charrúa, en las cinco jornadas anteriores, han valido siete puntos. Stuani ha sido, sin duda, la salvación del Girona.
El charrúa ha marcado cuatro tantos en las últimas cinco jornadas que han sido claves
La otra buena noticia fue la vuelta de Míchel, ausente ante el Villarreal por una trombosis en la pierna. El entrenador reanudó su actividad en la Liga cambiando el dibujo (4-2-3-1) y con un once distinto que tuvo cuatro novedades, empujado por las bajas de los sancionados Krejci y Herrera. “Hoy es el día. Mentalidad. Todos juntos”, arengó en la previa a los suyos en el vestuario el madrileño. Sus pupilos cumplieron. La puesta en escena del Girona fue enérgica, con un presión adelantada y con posesión, pero el farolillo rojo, colista ya descendido, compitió por encima de sus tristes 16 puntos en la tabla.
Los vallisoletanos esperaron atrás en busca de un error rival. Surtió efecto el plan en una contra que terminó con un tiro fuera de Raúl Moro. Chuki probó después a Gazzaniga. La respuesta catalana fue un chut de Oriol Romeu y otro, más peligroso, de Tsygankov desviado por Hein. El estonio volvió a negarle el tanto al ucraniano con un paradón a un chut raso. Para entonces, el duelo estaba en tierra de nadie, un lindo correcalles. El gol parecía cuestión de un acierto en los metros finales que no llegó antes del descanso.
Tras la reanudación, entró Francés, que en su primer balón dejó solo a Asprilla. Hein se agigantó de nuevo. Casi pagan los gironins la ocasión marrada con una pérdida de balón fatal de David López, ante Iván Sánchez, que Anuar transformó en un disparo desviado por Gazzaniga al larguero. No se había quitado el susto el Girona aún del cuerpo cuando en el córner posterior Quintero González señaló penalti por manos de Francés, después anulado al tener éste el brazo pegado al torso.
Los de Míchel se serenaron amasando el balón en un tramo final con los de Álvaro Rubio replegados. Tocó y tocó el Girona con una paciencia que se desmoronó una y otra vez con imprecisiones. Y a falta de brillantez, el gol llegó en una falta frontal. Chutó Tsygankov y tras una carambola de rebotes el balón llegó a David López, que no se precipitó y regaló el gol a un Stuani bien colocado en el área. No perdonó el ariete a puerta vacía en el minuto 80.
Euforia gironina que viró en angustia en unos últimos minutos donde el Valladolid apretó y tuvo el empate en un cabezazo a bocajarro de Mario Martín, despistado Arthur, que desvió en la línea Gazzaniga. El sufrimiento, a la postre, valió la pena en una expedición catalana, encabezada por el presidente Delfí Geli, que celebró un triunfo salvador entre abrazos en el Zorrilla, en especial con el héroe Stuani.