Llega Marcus Rashford al Barça y la pregunta es qué versión de Rashford llega, el delantero que cumplió a la velocidad del sonido las primeras etapas de su carrera en el Manchester United y la selección inglesa, o el apagado futbolista que terminó cedido en el Aston Villa, no se sabe si insatisfecho con el desorientado rumbo del club o incapaz de reencontrar las cualidades que le colocaron entre los jugadores más prometedores de la escena internacional.
Algo misterioso sucede con una generación excepcional de jóvenes talentos ingleses. Con apenas dos años de diferencia entre ellos, Rashford, Mason Greenwood, Jadon Sancho y Phil Foden encabezaron una oleada de emergentes fenómenos, saludados por sus éxitos con las selecciones juveniles ingleses y su instantáneo impacto en la escala profesional. Alcanzaron el éxito tan pronto que el techo previsto se les quedó corto. Ahora sufren para regresar a los buenos tiempos.
Rashford debutó con 18 años en el Manchester United. Marcó dos goles en su debut europeo y repitió hazaña en su primer partido en la Premier League. No fue una nube de verano. Se le interpretó como el perfecto producto de una de las más célebres academias del fútbol mundial, asociada a nombres como Duncan Edwards, Bobby Charlton, George Best, Ryan Giggs, Paul Scholes o David Beckham.
Marcus Rashford ofrece recursos que el Barça necesita, como velocidad o potencia
Era el mascarón de proa de un equipo que trataba de recuperar los años perdidos desde la jubilación de Alex Ferguson, proceso tan inacabado que cada temporada profundiza más en la desesperación de la hinchada. Se ha llevado por delante a un buen número de afamados entrenadores y desperdiciado el dineral invertido en estrellas de quita y pon.
Nadie se ha salvado de la quema. En la incesante borrasca del United, Rashford ha perdido los que se suponían los mejores años de su carrera. Lo mismo ha ocurrido con Mason Greenwood, destruida su reputación por un escándalo sexual que conmocionó al fútbol inglés. Ahora rehace su carrera futbolística en el Olympique de Marsella, después de jugar una temporada en el Getafe.
Nacido en Manchester, producto del barrio de Whytenshawen, el mismo que Cole Palmer, estrella del Chelsea en la final del Mundial de Clubs, Rashford es un caso palmario del fútbol suburbial inglés: pobreza, graves déficits del sistema educativo, paro y un temible horizonte por delante. El fútbol es una rendija que, en algunos casos, permite prosperar.
Marcus Rashford prueba un remate
Rashford lo interiorizó muy pronto. Nunca olvidó las precariedades que sufrió y las consecuencias que se pagan en los innumerables Whytenshawen ingleses, barrios sumidos en la desolación. Durante los primeros meses de la pandemia, la estatura de Rashford como futbolista fue superada por el imprevisto alcance de su influencia política. Obligó a Boris Johnson, primer ministro británico en aquellos días, a girar sus desdeñosas decisiones con respecto a las subvenciones a los escolares en situación de precariedad.
Fue una victoria de tal calibre que ubicó a Rashford como un imprevisto referente político, no sin desagradables consecuencias. Calla la boca y dedícate a jugar, fue la consigna de los sectores más reaccionarios de la prensa inglesa, con el influyente Daily Mail a la cabeza. Poco después, comenzó a apreciarse un descenso en su rendimiento. Perdió influencia como goleador, se abrieron dudas sobre su posición ideal –¿delantero centro, extremo izquierdo, segundo delantero, ninguna…? y quedó ubicado como símbolo de los males que afectan al Manchester United.
Con 27 años, a Rashford le ocurre algo parecido que a Sancho, Foden y Greenwood. Todos tienen que recuperar el prestigio perdido. Marcus Rashford está en la edad ideal, aterriza en un equipo que respira optimismo por todos y ofrece recursos que el Barça necesita: velocidad, potencia, capacidad para moverse por todo el frente de la delantera y excelente tirador de faltas. Colabora poco o casi nada en el tejido del juego, pero Flick le quiere para otros asuntos. Quiere la magnífica versión del delantero que tanto impresionó en sus primeros años en el United, no la desanimada edición de las dos últimas temporadas. En cualquier caso, una muy apetitosa incógnita por desvelar.