Sorprende darse cuenta. En la prensa escrita, en la hablada, en las conversaciones de la calle, hay modas. Expresiones que se utilizaban de manera habitual, de repente, caen en el olvido, y sin que nadie nos explique exactamente por qué desaparecen del repertorio. ¡Pobre de aquel que las pretenda volver a introducir en una conversación! Intentad decir “jugar al primer toque” a vuestros hijos, en vez de “jugar de primeras”, por ejemplo, o “contrataque” en lugar de “transición”, y veréis las caras de sorpresa. Hay expresiones que, como prendas de ropa, solo de utilizarlas te envejecen. Equivalen a quedarse calvo o sin dientes allí mismo, en vivo y en directo. Tanto da que sean correctos. Al contrario, las hay perfectamente incorrectas que sobreviven tozudas a sus ilusos enterradores. Un caso especialmente curioso es la expresión en catalán “serveis metges”. Creo que fue Josep Lluís Núñez quien la puso de moda. El adjetivo “mèdics” no debía de sonarle catalán. Cuarenta años después, todavía menea la cola. La oigo en la radio, incluso en algún centro de salud.
Sin embargo, de todas las palabras o expresiones descartadas por las nuevas generaciones, la que no puedo entender que caiga en desuso es “técnica”. ¿ Por qué ya nadie la utiliza? ¿ Por qué nadie celebra la “destreza técnica” de Lamine Yamal y en cambio nos hacemos un hartón de oír hablar de sus “detalles de calidad”? ¿ Quién fue el perdulario, y en nombre de qué idea del progreso, que sustituyó la “técnica” por la “calidad”?¿A qué narices de “calidad” se refería si no es a la técnica?
¿Quién fue el perdulario, y en nombre de qué idea del progreso, que sustituyó “técnica” por “calidad”?
La magia, la fantasía, la clase, el buen toque, a menudo han ejercido de sustitutos para describir las habilidades de un jugador con la pelota en los pies. Pero no hay ninguna palabra que las defina mejor que no sea la técnica.
Quien más quien menos, oyó decir a los maestros de secundaria que en la antigua Grecia no había una palabra específica para arte , y que la palabra que ocupaba este lugar era “ Téchne”. Designaba el oficio, la habilidad, el saber hacer, de médicos, de oradores o de escultores, da igual. El arte y la técnica eran una sola cosa adquirida a base de horas de práctica. El artesano lo era en la medida en que aprendía la técnica específica de su oficio. Por eso tenía un valor ético y cívico. ¿ A santo de qué no tendría que seguir designando, hoy día, la habilidad específica de los futbolistas con el balón? El auténtico disfrute del fútbol, aquello que hace abrir bocas y vende entradas, es poder asistir a su despliegue. Sobre todo en can Barça, donde han desfilado los mejores. De acuerdo, la técnica quizá no era la única habilidad de los Messi, Neymar, Ronaldinho o Iniesta. Pero, sin duda, era la primera, la fundamental. Hagamos el favor de no olvidar su nombre.