Recordar al fundador

Por la escuadra

Hay conexiones azarosas entre la vida de Joan Gamper y el momento actual del club. Gamper fue un caso de adaptación generosa y grandeza filantrópica con una interpretación del país en el que decidió vivir. Se catalanizó el nombre, aprendió la lengua con una naturalidad que ya querríamos para muchos expats y profesionales llegados de otros países y demostró una audacia asociativa que, con sus propios medios, contradecía el cliché de la tacañería indígena.

Nunca dejó de ser un devoto de los principios formativos del deporte y, con el mismo honor que demostró cuando la dictadura de Primo de Rivera actuó severamente contra el club, se marchó prematuramente de este mundo –solo tenía cincuenta y dos años– al sentirse deprimido, arruinado y, de un modo prototípicamente barcelonista, decepcionado. Las imágenes que se conservan de su funeral impresionan. La multitud expresa una mezcla de tristeza, respeto y agradecimiento, un sentimiento propio de las causas que superan la voluntad de los padres fundadores.

Con el brazalete de capitán, Ter Stegen supo dar por cerrado su caso

¿Los principios que empujaron a Gamper a fundar el club se han prostituido? Sí, pero, quién sabe si para compensar, la dimensión planetaria de la identidad del club se ha multiplicado hasta el infinito y más allá. Ayer, el trofeo que homenajea al fundador tuvo que jugarse ante una minoría selecta de espectadores, con algunas entradas a precio de alijo de cocaína y una situación patrimonial que convierte el malabarismo circense de los platos en un simulacro de picaresca de supervivencia.

Lejos de estar deprimido, el presidente actual, Joan Laporta, lidera este momento de intrépida aventura con un sentido personalista del riesgo y de las lealtades que, a cambio de ser impermeable a las críticas exteriores, asume responsabilidades. Ejemplo: resolver, aunque solo sea provisionalmente, el caso Ter Stegen, que el portero quiso cerrar en su dis­curso.

SANT JOAN DESPI (BARCELONA), 10/08/2025.- El guardameta alemán del FC Barcelona Marc-André Ter Stegen (i) y sus compañeros durante la presentación del equipo previa al encuentro correspondiente 60.ª edición del Trofeo Joan Gamper que juegan ante el Como 1907, este domingo en el estadio Johan Cruyff de la localidad barcelonesa de Sant Joan Despi. EFE/Quique García

Ter Stegen se dirige a los aficionados del Barça como capitán

Quique García / EFE

Hacía días que, en las diferentes tertulias en las que participa, el colaborador de Laporta Lluís Carrasco repetía que, dadas las circunstancias, la única manera de deshacer este nudo de orgullos y malentendidos era que Laporta cogiera el toro por los cuernos y se impusiera por la vía presidencial. Aunque el público de ayer no era exactamente igual que el que algún día (nadie sabe cuándo) llenará el nuevo Camp Nou, los pitos a Ter Stegen fueron más indoloros que testimoniales. Es un castigo menor comparado con la maledicencia de los que durante meses han alimentado la aspersión de falacias sobre el portero.

Los vicios escenográficos que identificaban el Camp Nou y Montjuïc se man­tie­nen. La estridencia entendida como una forma impune de alienación y como maquillaje contra cualquier hipotético brote de protesta, la verborrea de los speakers –con paridad, no vayamos a contravenir los protocolos– y la presencia de una mascota que la gira asiática ha afianzado como signo de identidad. Inevitablemente, y porque siempre es bueno recordar a nuestros antepasados, no pude evitar imaginar la cara que pondría Gamper si viera el gato hiperactivo que, igual que la bandera, ahora nos agermana.

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...