El club de la queja permanente, el Madrid, es munición para el club de los permanentes líos, el Barça. El club que no para de llorar (el Madrid) poniéndose un manto patético de victimismo contra el club (el Barça) que vive siempre al límite y de embrollo en embrollo. El club que terminó (mal) su estadio –el Madrid– con un presupuesto muchísimo mayor del planeado contra el club –el Barça– que no sabe ni cuándo ni cómo podrá volver a su campo. Juntos de la mano se les ve por el jardín, que diría la canción de Víctor Manuel, Florentino y Laporta han sido aliados en la Superliga o han tenido un enemigo común en Javier Tebas. Pero ha sido el Barça empezar a ganar que el Madrid ha ido intensificando sus protestas. Dieron la vara hasta la saciedad contra el estamento arbitral hasta conseguir cambiarlo, intimidación mediante a través de los vídeos de Real Madrid TV. Lloraron para que les retrasaran la primera jornada de Liga por la disputa del Mundial de Clubs y en eso no han tenido suerte. Y ahora se vuelven a echar la manta a la cabeza contra el partido que LaLiga quiere que Villarreal y Barça, con el beneplácito de la Federación, disputen en Miami. Qué cosas cuando el Bernabéu acogerá en noviembre un partido de la NFL de fútbol americano, precisamente con los Miami Dolphins como protagonistas.
Vaya por delante que uno está en contra de jugar un partido del campeonato español en Miami. Pero que el Madrid se ponga al frente de una manifestación en pos de la igualdad de la competición cuando ha tenido por costumbre tener a todos los poderes fácticos comiendo de su mano es de risa. Como lo es que el Barça esté por quinto verano consecutivo al filo de la navaja en cuanto a las inscripciones de futbolistas.