El Atlético pateó el tablero de la Liga en un derbi de grandes consecuencias. Acorralado por los resultados, el equipo de Simeone llegó a la séptima jornada en situación crítica, a nueve puntos del Real Madrid y a una derrota de despedirse como aspirante al título. Resolvió el problema con una tremenda actuación, coronada con cinco goles. Son menos que seis, pero en el fútbol suena mejor. Es la manita que mece la cuna.
Si el partido medía la capacidad de subsistencia del Atlético en la pugna por el campeonato, para el Madrid tenía el aire de una reválida en toda regla. Después de seis victorias sucesivas, se enfrentaba por vez primera a un adversario de verdadero empaque. Hasta ahora se había medido con rivales que miran hacia abajo, a las profundidades del campeonato, más o menos los que ha encontrado el Barça también hasta ahora. Son las reglas de un calendario preestablecido.
Xabi Alonso sale especialmente malparado del derbi. Ni rastro del Madrid de los elogios
Xabi Alonso sale especialmente malparado del derbi. Ni rastro del Madrid que tantos elogios había recibido en el arranque de la Liga. Fracasó la defensa, naufragaron los centrocampistas y la delantera no exigió una sola parada al veterano Oblak, obligado a visitar la red en los dos primeros remates que recibió. Por cierto, excelentes remates de Mbappé y Güler. Con dos de pipas, el Madrid abrió una ventaja inmerecida.
Hay partidos que exponen con crudeza la vertiente más sospechosa de los jugadores y las disfunciones más notorias de los equipos. El Atlético barrió al Madrid en todos los aspectos del juego, pero el castigo fue brutal en el juego aéreo. Cada centro al área de Courtois fue una invitación al gol. La ternura de Huijsen, que venía avisando del problema, obliga a reevaluar su contundencia. Otra novedad, Álvaro Carreras se estrelló de manera clamorosa. El partido le pasó por encima.
Un radiante Diego Pablo Simeone se abraza a Le Normand
Se le pedirán explicaciones a Xabi Alonso por la alineación y los cambios. Bellingham fue titular después de dos meses de baja. Fue un alma en pena. Dio la impresión de preguntarse qué pinto yo en este partido. Para el debate quedará el cambio de Güler, el único jugador que tenía las cosas claras. Con un perfecto pase filtrado, habilitó a Mbappé en el primer gol del Madrid, la misma delicadeza que el joven turco manifestó en el remate del segundo tanto.
Se marchó Güler y el apagón fue total. El Madrid no dejó ni media señal positiva, arrollado por la exuberancia del Atlético, que entró en el partido como si le fuera la vida. Desde luego que le iba. Como los grandes ricachos de la Premier League, se ha gastado 300 millones para configurar una plantilla extraordinaria. Se dice que el Atlético es un club y un equipo sin términos medios. En el derbi saltó de su deficitario rendimiento en el comienzo del campeonato a una aplastante exhibición.
Dos de los nuevos, el eslovaco Hancko y el argentino Nico González dejaron huella en el partido. Pronto se añadirán Baena, excelente futbolista que debería estar hecho a la medida del Atlético, y Almada. A Simeone le toca manejar un plantillón y unas expectativas que no se estaban cumpliendo. Después de tantos años se intuía el habitual runrún en el Metropolitano: ¿Es hora de pasar la página Simeone?
Una vez más, pregunta despejada. Simeone sale bendecido de un derbi histórico. Hacía 75 años que el Atlético no le marcaba cinco goles en casa al Real Madrid, una barrida que habló de maravilla de todo el equipo y muy especialmente de Julián Álvarez, que marcó dos goles, uno de falta directa y el otro de penalti, sin doble pie en esta ocasión.