El Madrid despidió la borrasca que le amenazaba en los últimos días. Atropelló al Villarreal en el segundo tiempo, con Vinícius de figura. Levantó al equipo después de un primer tiempo bastante insípido y recordó al jugador intratable que ganaba partidos por su cuenta. Encabezó una crecida sin respuesta del rival. Victoria, en fin, que no dejó dudas y envió al cajón del olvido la crisis del reciente derbi madrileño.
Sonaba a partido de alto riesgo para el Real Madrid, apurado por el trastazo que sufrió hace una semana en el derbi y las fisuras que aparecieron en la plantilla, que hasta ese momento no había rechistado. En la victoria, y el Madrid había logrado seis consecutivas en el campeonato, todo es felicidad y calma chicha. Las derrotas las digiere mal, hasta el punto de considerarlas inaceptables. Busca razones exteriores –los árbitros se han convertido en su quejosa muletilla– para negarlas o se invita a un viejo debate
El Madrid no encontró en el Villarreal el rival que se anunciaba
Xabi Alonso salió herido del fracaso en el Metropolitano. Su equipo sólo ha perdido un encuentro. Ocho victorias, incluidas las dos contra el Olympique de Marsella y el Kairat kazajo, y la derrota contra el Atlético de Madrid, inapelable, sin posibilidad alguna de recurrir a conspiraciones externas, aunque los más puntillosos reclamaron la expulsión de Sorloth por festejar su gol con la chavalería de la grada baja. Las miradas se dirigieron al entrenador, que recibió un chaparrón de aúpa.
En todos los equipos, pero en el Madrid especialmente, los jugadores saben cuándo y cómo medir a los entrenadores. Valverde, Bellingham y Vinícius –malas caras por aquí, declaraciones poco claras por allá– afearon la semana de Alonso, obligado a responder preguntas incómodas en la previa del partido con el Villarreal, el clásico cuestionario donde los entrenadores tienen mucho que perder y poco que ganar. En el Barça, Xavi perdió gran parte de su crédito en las conferencias de prensa.
Vinícius se mostró muy activo durante todo el encuentro
Alonso resolvió la situación de esta manera: le guste o no a Valverde oficiar de lateral, ésa fue la posición que ocupó contra el Villarreal; Bellingham no figuró entre los titulares en Kazajistán y tampoco ayer; Vinícius jugó desde el principio y se lo tomó muy en serio. Fue el actor principal en los dos goles del Madrid. El primero por vía interpuesta –Santi Comesaña desvió su tiro– y el segundo, un solo en toda regla: internada, derribo, penalti –otra vez Comesaña por medio– y gol. Se suponía que Mbappé sería el lanzador oficial, pero Vinícius dejó claro que era cosa suya.
El Madrid no encontró en el Villarreal el rival que se anunciaba. Demasiada tralla para el equipo levantino, que venía de jugar un partido épico contra la Juve. Dio sensación de fatiga. Para el minuto 20, sus dos laterales ya estaban amonestados, aliviando el trabajo a Mastantuono, el más destacado del Madrid en la primera parte, y Vinícius, con diferencia el más decisivo en la segunda. Courtois tampoco faltó a la cita. Sólo intervino una vez, pero ganó el mano a mano con Onuwa, después de un impresionante sprint del canadiense, que había cuestionado la contundencia de Houjsen en el arranque de la jugada. Es una historia que empieza a repetirse.
El gol de Mikautadze, finísimo delantero, no cambió ni un ápice el signo del encuentro. El Madrid arrollaba y el Bernabéu se olvidó de polémicas. El equipo encontró el golpe de pedal, al galope, más bien, con Bellingham en el césped y el partido roto. Solo ensombrecido para el madridismo por la lesión final de Mbappé. Si todo es como parece aprovechas el parón del campeonato para recuperarse, pero quién sabe. Lo mismo le reclama Deschamps para la selección francesa y se monta el lío de moda.