Que la derrota sea útil

Por la escuadra

Las dos últimas derrotas sitúan al Barça en una zona de turbulencias en la que intervienen factores diversos. De entrada, el calendario cruel y las lesiones. Pero también una vulnerabilidad en defensa y unos errores propios que en Sevilla permitieron que durante demasiados minutos el equipo estuviera desorientado, desconcentrado y saturado de un rigor táctico que, teniendo en cuenta que no son robots, los jugadores no supieron aplicar con la disciplina de jornadas anteriores.

Flick admite errores, hace autocrítica pero proyecta optimismo de cara al futuro

Esta percepción, sin embargo, puede completarse con interpretaciones más creativas y paranormales. Por ejemplo: que en la primera parte el arbitraje nos castigó con un penalti inexistente en contra y un gol con una falta previa no señalada. Para centrarnos en esta circunstancia tendríamos que fingir que no nos damos cuenta de que jugadores como Araújo, Dani Olmo, Koundé y Ferran no pudieron rendir como otras veces. O que el planteamiento del entrenador del Sevilla, el argentino Matías Almeyda, fue más eficaz que el de Hansi Flick. Un Flick que, coherente con su honorable filosofía de no buscar excusas, y consciente de que lo que vio no se parece a lo que prometió el día del trofeo Joan Gamper, tiene que conformarse con cabrearse con una gestualidad diferente a los cabreos de muchos culés (que, en general, es un cabreo expansivamente contenido, que deriva en dos reacciones tan antagónicas como complementarias: los que, cabreados, deciden no cenar, y los que, por la misma razón, sufren un ataque de bulimia y saquean la nevera).

En la sala de prensa, Flick apostó por un discurso serio, autocrítico pero cargado de positividad de cara al futuro. Como guinda, también tuvimos un penalti a favor que, como si sufriéramos una maldición, Lewandowski chutó fuera. Y, como anécdota, el penalti del rival lo marcó Alexis, que se suma a la tradición de los ex que deciden amargarnos la fiesta. Que el portero Odysseas tuviera una tarde épica no es un argumento lo suficientemente sólido para considerarlo relevante. Si no fuera porque ahora dispondremos de demasiado tiempo para fustigarnos con un celo que va más allá de la necesaria autocrítica (que los jugadores hicieron al final del partido), podríamos empezar a trabajar para, sin histerias, recuperar el equilibrio que hasta ahora había definido el juego del equipo.

Soccer Football - LaLiga - Sevilla v FC Barcelona - Ramon Sanchez Pizjuan, Seville, Spain - October 5, 2025 FC Barcelona's Roony Bardghji reacts REUTERS/Marcelo Del Pozo

El sueco Ronny salió en la recta final y no pudo aprovechar dos ocasiones de gol

Marcelo del Pozo / Reuters

Y para que estos días pasen más deprisa, les recomiendo un libro objetivamente oportuno: El penalti, historia de una revolución , del periodista Robert McCrum (Ed. Libros del K.O). El título no engaña y, en efecto, el libro se sumerge en el origen y la evolución de uno de los ingredientes más dramáticos de este deporte. Descubrimos afirmaciones que el autor desarrolla, como que las estadísticas mundiales afirman que aproximadamente un tercio de los penaltis chutados se fallan. Y aquí McCrum aporta una reflexión con la cual es fácil estar de acuerdo: “Para los espectadores, es un sufrimiento fascinante que nos provoca sensaciones casi insoportables: alegría, terror, esperanza, desolación, rabia y euforia, como si el tiempo se hubiera detenido”.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...