Redoble de tambores electorales. La asamblea de socios del FC Barcelona que se celebra hoy (10 h) en el Auditori 1899, la última antes de unos nuevos comicios presidenciales, ha servido durante los días previos de coartada para empezar a movilizar a los distintos grupos de oposición, así como de motivación para la actual junta directiva, que utilizará las herramientas que le otorga el poder para destacar sus supuestos logros. El acto asambleario en sí no suele ser propicio para grandes sorpresas ni motines, en especial desde que el equipo de Laporta insiste en celebrarla de forma telemática (van seis años y de la pandemia no quedan ni las mascarillas) , así que todos los puntos del día acostumbran a aprobarse sin excesivos contratiempos. Son 4.642 los socios compromisarios convocados en esta ocasión, un escaso 2,5% del censo escogido por sorteo cada dos años y del que acaba participando un tercio a lo sumo, pero, aún así, una asamblea suele servir de termómetro para intuir cómo respira la masa social, o al menos imaginárselo.
Joan Laporta, que tomará la palabra en primer lugar para enaltecer su legado en estos cinco años de mandato, destacará el buen papel de los primeros equipos de fútbol masculino y femenino, pasará de puntillas por las secciones, dibujará un panorama económico en multicolor, con el aumento de ingresos como gran logro (la reciente renovación del contrato con Spotify será ondeado como bandera triunfal) y relativizará fracasos como Barça Studios, hoy Barça Produccions, compañía devaluada que, entre otros asuntos, ha causado la reiteración de pérdidas también en el último ejercicio. El retraso y las dudas alrededor de la constructora Limak en la remodelación del Spotify Camp Nou serán probablemente amortiguadas por la obtención el viernes, por fin, de la licencia de primera ocupación. El malestar de los compromisarios en la sesión informativa del pasado jueves por cómo se está gestionando el retorno, con especial mención a la delicada reubicación paulatina de los socios y su convivencia con los turistas, prevé una asamblea incómoda en este punto del día.
Laporta, favorito para reeditar triunfo en las elecciones, debe decidir cuándo las convoca. Las fechas están fijadas por estatutos: deberán celebrarse entre el 15 de marzo y el 15 de junio y ser anunciadas con 40 días de antelación.
El fútbol va bien pero la economía, la vuelta al Camp Nou y “la falta de transparencia” levantan duras críticas
Víctor Font, segundo tras Laporta en las elecciones del 2021 con casi 17.000 votos, volverá a presentarse. Requerido por este diario acerca de la fecha que cree que Laporta escogerá para llamar a votar a los socios, se muestra irónico: “Yo creo que Laporta sabe dónde irá a cenar esta noche y pocas cosas más tiene planificadas. Dependerá de su intuición, de cuándo le vaya bien a sus intereses”. Font ha afilado su discurso, probablemente porque sabe que la suavidad en las formas es confundida con debilidad en tiempos de dureza mediática. “Convocar una asamblea telemática confirma la deriva y la confirmación del cambio de modelo social que impulsa esta directiva. Se alejan del socio y ponen a los turistas por delante. La hacen telemática porque hay muchísimas preguntas que no sabrían cómo contestar, son incómodas. Comisiones, falta de transparencia, engaños, aliados comerciales sospechosos… El modelo telemático les permite controlar la asamblea”. Font está trabajando por una candidatura transversal. Su último movimiento ha consistido en recabar el apoyo de Seguiment FCB, asociación formada por socios de base centrada en impulsar la grada de animación, hoy expulsada, así como en fomentar los desplazamientos.
El economista Marc Ciria también ha sido noticia esta semana al intentar en balde recoger firmas de cara a la asamblea para pedir que ninguna directiva pueda vender la filial BLM, joya de la corona del club dedicada a la venta de productos oficiales con ingresos multimillonarios, extremo este que sería posible por estatutos aunque la junta actual insiste en que no lo ejecutará. Ciria ha endurecido su discurso. Considera el formato telemático “una falta de respeto más a los socios y socias, a quienes se está expulsando de la vida social e institucional”, y se muestra categórico a la hora de describir la situación financiera en declaraciones a este diario: “Estamos ante el peor mandato económico de la historia del club. La gestión es errática y lo dicen los números: 230 millones de pérdidas después de vender 800 millones de patrimonio, más deuda que nunca y promesas incumplidas como el Palau. El ejercicio económico no se debería aprobar. Asistimos a una privatización encubierta del club”.
Otros grupos opositores se pronuncian con similar contundencia. Joan Camprubí, que lidera Som un clam , asegura que el Barça “ha dejado de ser un club democrático”, el grupo Suma Barça lamenta “que de esta directiva no nos podemos creer nada” y el ex directivo Xavier Vilajoana envió el jueves un burofax a la junta solicitando “garantías sobre la transparencia, la legalidad y el rigor técnico de la asamblea de hoy”.
Es evidente, suenan tambores electorales.
