La mafia de la NBA

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La mafia de la NBA
Corresponsal de 'La Vanguardia' en Nueva York

Hay días que, de forma inexplicable, suena el despertador y una poesía ronda por la cabeza. “... de todos los favores que pude prometerte, te debo la locura”, escribió el genial Leopoldo María Panero. Esto es un artículo de deportes, pero todo se andará.

En los cementerios también emerge la poesía y mucha prosa. Célebre es esa frase de que los camposantos están llenos de imprescindibles – la lección definitiva para todos aquellos con un ego voluptuoso–, y de tipos que mataban de lunes a sábado y el domingo iban a misa. Unos y otros no son incompatibles.

Entre las tumbas de la necrópolis de Green-Wood, en Brooklyn, se suceden lápidas y panteones de mafiosos neoyorquinos de otra época, cuando los gánsters controlaban los negocios de la ciudad y cultivaban un terreno que ha dado mucho juego para las películas de Martin Scorsese y Robert De Niro.

Aunque parecía que las familias del crimen organizado, además de material literario y cinematográfico, estaban de capa caída, esta pasada semana irrumpió en los tribunales neoyorquinos, en concreto en Brooklyn, la plana mayor del FBI y de la policía local para recordar que los mafiosos seguían en activo y que se habían cebado en la NBA.

Los investigadores describieron una corruptela, un fraude con las apuestas ilegales formado por un equipo en el que, entre los detenidos, figuraban una leyenda como Chauncey Billups, al que han relevado como entrenador de los TrailBlazers de Portland, o Terry Rozier, estrella de los Heat de Miami. Junto a ellos, en la plantilla resonaban apellidos ilustres de las familias de la Cosa Nostra en la Gran Manzana: Bonano, Gambino, Lucchese y Genovese.

Las apuestas (legales) se han incrustado en la cultura del deporte estadounidense. Las casas de apuestas han instalado establecimientos en los estadios, los partidos televisados ofrecen una sucesión de anuncios para atraer a la gente y hasta el mítico LeBron James, aún en activo, promueve el juego como “embajador de talento”.

Esta situación se disparó hace siete años después de que el Tribunal Supremo permitió las apuestas. Surgieron como setas en el bosque. Las ligas abrazaron esta nueva fuente de ingresos y los propietarios hicieron cálculos para enriquecerse aún más, asumiendo que podría emergen algún tipo de escándalo. ¿Era una conclusión racional? Esta es la cuestión que afrontan después de que las autoridades federales revelaran detalles de un amplio caso de apuestas deportivas criminales. El haiku de Panero lo explica muy bien.

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