Bajo el manto de la solidaridad y el miedo de algunos a quedar mal, la selección de Catalunya de fútbol masculino disputará el próximo miércoles un amistoso en el estadio de Montjuïc contra la selección de Palestina, que engrosa una lista de contrincantes anuales muy floja, casi pachanguera, desde –siendo benévolos– el Catalunya-Nigeria de enero del 2013. Esta vez, no va de deporte sino de un partido benéfico y bienintencionado, salvo si entramos en detalles. Y de detalles va esta artículo...
Un lance del partido amistoso entre las selecciones de Catalunya y Jamaica, disputado en 2022 en el estadio municipal de Montilivi en Girona
Después de que Euskadi atase un amistoso contra Palestina en San Mamés que se disputará este sábado, organizaciones pro-palestinas de Catalunya se apuntaron a la idea, con el infalible método de que pocas tierras hay en Europa tan solidarias como Catalunya. Sin genuino entusiasmo, la Federación Catalana de Fútbol aceptó la propuesta de la organización ActxPalestine, secundada, naturalmente, por el Ajuntament de Barcelona y la Generalitat.
Dos tercios de los beneficios del Catalunya-Palestina irán destinados a conceptos muy dudosos
Las reticencias del que suscribe son de doble índole: ¿se trata de clamar en favor de la paz en Oriente Próximo sin entrar en detalles y expresar cariño por un pueblo martirizado –como sería lo propio dada la pluralidad de Catalunya– o de reivindicar que sólo Israel es culpable de las tragedias y, en consecuencia, merecerá cuantas consignas, insultos y soflamas alienten los organizadores? Si repasamos la trayectoria de ActxPalestine, tengo mis dudas de que estemos ante un acto pacifista y, en consecuencia, apropiado al sentido institucional (bastante extraviado en la Catalunya del procés , sin el cual no se explica que ninguna selección con cara y ojos quisiera disputar –y meterse en fregados– un amistoso contra una selección catalana).
La segunda objeción es la distribución de los beneficios. Nada del ciento por ciento para “fines benéficos”, algo que popularmente se asocia a alimentos y medicinas para personas que carecen de ellos –aquí, de nuevo, todos podríamos estar de acuerdo– sino que se repartirán en función de tres criterios (según recoge la web del Ajuntament de Barcelona): “Ayuda humanitaria y reconstrucción en Gaza, justicia y fin de la impunidad, y cultura como herramienta de resistencia”.
Dos tercios, pues, de la recaudación irán a partidas tan dudosas, ambiguas y escasamente “benéficas” como litigar en la galaxia judicial y subvencionar organizaciones que, legítimamente, tienen sus ideas pero como una de ellas es una Palestina “del río a la mar” –o sea, borrar a Israel del mapa– a uno le entra la sospecha: ¿Estamos ante un partido fraternal o una forma de financiar el activismo, ahora que la guerra ha terminado por iniciativa –mal que nos pese– de Trump?.

