“La pubalgia es genéricamente dolor en el pubis pero pasa como con los dolores de cabeza, puede haber de muchos tipos, por muchas causas y afectar de forma diferente a cada futbolista”. Antoni Tramullas, doctor de la Unidad de Medicina del Deporte de iMove (Clínicas Mi) y exmédico del FC Barcelona, sabe de lo que habla. Entre otras razones porque ha estado en contacto con el doctor Ernest Schilders, que saltó a la palestra esta semana por someter a Lamine Yamal a un tratamiento de radiofrecuencia para combatir la lesión que sufre el barcelonista desde principios de temporada. No solo el astro blaugrana está pugnando contra la pubalgia, osteopatía de pubis u osteitis de pubis, sino también otros delanteros jóvenes como Nico Williams (Athletic) o Franco Mastantuono (Real Madrid).
Según todas las fuentes consultadas es una lesión compleja, que no tiene un tiempo de recuperación definido, que requiere de paciencia y que implica una gran dedicación tanto por parte de los servicios médicos y de recuperación como por parte del futbolista en cuestión. “No es una lesión de me pongo un yeso y luego me lo quito y me voy recuperando. Porque el descanso total tampoco es bueno, has de tener una armonía con todos los músculos y tendones que van a parar a esa zona y cuando descansas de forma absoluta pues empeora. Es un equilibrio músculo-tendinoso difícil de conjugar”, analiza Tramullas.
El exdoctor blaugrana califica la pubalgia como un cruce de caminos, como “una encrucijada en forma de anilla a la que van a parar nervios, tendones y músculos interconectados. Por arriba están los rectos del abdomen. Después están los aductores, también está el psoas que arranca de la columna y va a parar al fémur y por detrás están los isquios. Es un compendio por arriba, por abajo, por delante y por detrás. Se ha de trabajar muy bien con todos ellos”.
“El pubis es un zona ósea donde se insertan distintos grupos musculares”, dice el doctor Antoni Tramullas
Es lo que están intentando hacer los médicos y preparadores del Barcelona, el Athletic y el Real Madrid. En el caso de Lamine Yamal paró y regresó antes de volver a parar y regresar de nuevo. Y otro tanto está ocurriendo con Nico Williams. Y a veces su rendimiento no ha sido tan elevado como en campañas precedentes.
“La osteopatía no impide jugar pero reduce las capacidades del futbolista, lo hace más lento, con menos reflejos, menos reactivo y hace que pierda la seguridad”, incide el doctor Pedro Luis Ripoll, de la Clínica Ripoll y de Prado, cuyo servicio de traumatología y cirugía ortopédica fue premiado por la FIFA.
Esa seguridad y esos reflejos son fundamentales en futbolistas de esas características. “Afecta más a los delanteros y a los centrocampistas. El fútbol es un deporte de riesgo para el pubis, si fueran nadadores no tendrían estos problemas. Las aceleraciones y los cambios de dirección son clave en este sentido”, afirma Tramullas.
“Para esta lesión el descanso absoluto no es bueno, hay que buscar el equilibrio”, señala Tramullas
Lamine, Williams y Mastantuono son habilidosos y también coinciden en otro factor: son jóvenes. “El tipo de deporte, la edad y probablemente la sobrecarga de partidos, no solo el número, sino la mayor intensidad del juego, influyen en estas lesiones. No se trata solo de una repercusión física sino también mental”, argumenta Tramullas. “Se está viendo un repunte entre jóvenes porque son futbolistas que desde los 10 o 12 años están siendo sometidos a unas exigencias físicas propias casi de profesionales. Se acelera su formación física y sus tejidos, articulaciones y pared abdominal no están terminadas de formar. Esto puede producir microarrancamientos en la zona del pubis”, interviene Ripoll.
En un panorama de tantas urgencias y tan cortoplacista como el fútbol de élite se buscan soluciones, al menos para que el jugador se sienta más cómodo. Es lo que se persigue con el tratamiento de radiofrecuencia con Lamine Yamal. “Es un tratamiento mínimamente invasivo, paliativo y poco agresivo”, expone Ripoll.
“La radiofrecuencia puede ser o para aumentar la temperatura o para modular el dolor del nervio. Se mitiga la sensación de dolor, aunque no es el único tratamiento. Hemos de asumir que el dolor es una alarma del organismo. Es ideal no tener dolor pero si lo tienes mitigado o dormido la zona se puede seguir cargando. Un jugador se puede sentir bien sin dolor pero si lo juega todo y todo el tiempo, y sin que el dolor avise, esto puede producir un agravamiento de la lesión, por lo que se tiene que hacer un trabajo de compensación entre todos los elementos de la zona y seguir con la prevención y la dosificación”, dice Tramullas.
“La radiofrecuencia es un tratamiento paliativo y muy poco invasivo”, expone el doctor Pedro Luis Ripoll
En todo caso, lo más importante es que la afectación no vaya a peor. “Lo que sufre es el hueso, hay desgarros en el hueso porque el músculo con el tendón correspondiente está tirando continuamente. Es importante evitar una fractura por estrés, que es peor que una fractura normal”, dice Tramullas.
¿La dolencia del pubis se puede convertir en crónica o puede desaparecer sin operar? “Puede desaparecer y no volver, sin pasar por el quirófano”, asegura el exmédico barcelonista. “¿Cómo? Creando un equilibrio y distribuyendo esfuerzos”.
Llegado el caso se dan síntomas que indican que no hay más remedio que someterse a la cirugía. “Esto se produce o cuando hay una hernia en el deportista, o cuando las radiografías de la pelvis indican que los arrancamientos no son micro sino más grandes o cuando el futbolista ya no puede aguantar más el dolor”, apostilla el doctor Ripoll, que en su día trató a futbolistas con problemas de pubis como Xabi Alonso.
“Los lesionados de pubis tienen que tener muy en cuenta las cargas de trabajo”, sugiera el exfutbolista Mista
Porque aunque ahora esté en boga es una lesión que ha afectado a muchos jugadores en el pasado. Algunos no pudieron superarla. Esto fue lo que le ocurrió a Miguel Ángel Ferrer, más conocido como Mista. Exjugador del Valencia y el Atlético de Madrid, entre otros clubs, y dos veces internacional, tuvo que colgar las botas a los 32 años. “El dolor se me hizo insoportable, llegué a salir del terreno de juego y mis compañeros me tuvieron que vestir en el vestuario porque no podía ni flexionar”, evoca. Pensó en operarse pero lo descartó. “La operación no te asegura que te vaya a desaparecer el dolor ni que te vayas a recuperar del todo. Es muy importante coger la dolencia a tiempo, en sus primeros estados”, opina. Con la experiencia del que lo ha sufrido en sus propias carnes aconseja a los jóvenes “que tengan muy en cuenta las cargas de trabajo y la dosificación para que puedan aguantar la temporada. Las técnicas de recuperación han evolucionado mucho pero al final lo más importante es la compensación entre el tren superior y el inferior”. La batalla por el pubis continúa.
