¿De qué unidad hablamos?

Por la escuadra

El ruido exterior no alcanzó a la selección en Tiflis. Salvo catástrofe bíblica frente a Turquía –es abismal la diferencia de goles a favor de España en la cuenta particular de los dos equipos– disputará el Mundial del año que viene y entrará como indiscutible aspirante a la gran corona del fútbol. Venció con la contundencia y brillantez de costumbre, esta vez con lo que ahora se conoce como segunda unidad. Los suplentes habituales, vamos. Pero qué suplentes.

Es la derivada más noticiosa de las últimas semanas. Sin seis de los titulares que ganaron la Eurocopa hace un año, entre ellos Lamine Yamal, Rodri, Carvajal y Nico Williams, España barrió a Georgia del mismo modo que ha despachado a Turquía y Bulgaria. No concedió posibilidad alguna a la sorpresa. Impresiona la contundencia estadística: 100% de victorias, 19 goles en cinco partidos, ninguno en contra y un récord de 30 encuentros oficiales sin conocer la derrota, superando el anterior, consagrado por el inolvidable equipo que ganó el Mundial 2010 y, dos años después, la Eurocopa.

Los teóricos suplentes de España desbordan las previsiones e incluso generan debates

Los datos son inmejorables, pero el Mundial es un Everest que no entiende de números, pronósticos y cábalas. El verano queda muy lejos. No han transcurrido tres años desde la pesadilla en Qatar, donde España se desinfló. Perdió con Japón y padeció una tortura contra Marruecos, que blindó la defensa, explotó la hipertensión de los internacionales españoles y se impuso en la tanda de penaltis.

Fuera de los sorprendentes vericuetos del fútbol, la selección tiene derecho a sentirse más optimista. Poco a poco se han enlazado dos grandes generaciones, la que viene de ganar la Eurocopa y la que el mismo año triunfó en los Juegos de París. En Tiflis terminó el partido gente como Cubarsí, Baena, Fermín y Barrios, campeones olímpicos y, con toda seguridad, integrantes de la convocatoria definitiva de Luis de la Fuente para el Mundial.

Spain's Alex Baena, left, fights for the ball with Georgia's Giorgi Kvernadze during a World Cup 2026 group E qualifying soccer match between Georgia and Spain in Tbilisi, Georgia, Saturday, Nov. 15, 2025. (AP Photo/Tamuna Kulumbegashvili)

Álex Baena fue titular en Georgia y completó un partido fenomenal

Tamuna Kulumbegashvili / Ap-LaPresse

Son parte de la fenomenal segunda unidad, difícil de distinguir a la vista del rendimiento de los jugadores. Hace un año, Zubimendi y Porro no formaban parte del núcleo duro. Rodri (Balón de Oro en 2024) y Carvajal no admitían rivales en el equipo. Cuesta pensar ahora en Zubimendi como suplente de nadie, ni en España ni en cualquiera de las mejores selecciones del planeta. Algo parecido se puede decir de Oyarzabal y Merino, los dos máximos goleadores en la fase de clasificación. Buena parte de su trayectoria ha discurrido entre la titularidad y la suplencia, sin quejas ni polémicas. Luis de la Fuente les condujo en las diversas etapas juveniles. Los tiene como indispensables pretorianos y obtiene de ellos una respuesta impecable.

Al margen de Lamine Yamal, que con 18 años ya tiene el generalato, los más jóvenes se han añadido sin complejos. Cada uno en lo suyo es un proyecto de gran jugador, si no lo es ya. Los teóricos suplentes desbordan las previsiones, hasta el punto de generar debates sobre los méritos de tal o cuál para erigirse en titular. Se podría hablar de un problema de abundancia. Hasta ahora no se ha producido. Los egos parecen controlados y se advierte un clima de colaboración, de entusiasmo colectivo, hasta el momento resistente a las tensiones que gravitan alrededor del equipo.

La diatriba de los servicios médicos en torno a Lamine Yamal es el ejemplo más reciente. Fuera se ha escuchado un ruido incesante. Dentro, no se ha distraído nadie. Había que ganar el partido en Tiflis y la selección rindió como de costumbre en los dos últimos años. Ha llegado a un punto donde cada vez es más borrosa la línea que separa la primera unidad de la segunda.

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