Un escritor como C.S. Lewis, que demostró su pasión por la magia en Las Crónicas de Narnia , hizo un augurio: “Algún día tendrás la edad suficiente para volver a leer cuentos de hadas”.
Llegó el día. Como en uno de esos relatos, se ha fomentado mucho la mística por los 909 días del exilio del Barça de su hogar, el viejo Camp Nou, y el retorno al nuevo. Se trata de una sensación bien trabajada por los errores de Joan Laporta en la planificación de las obras, todavía a medio hacer. Así que el entusiasmo por el regreso, eso tan propio de los boleros, incluso se experimentó viendo el partido de los blaugrana sentado en el sofá de un piso en Manhattan.
¿Cómo no rebuscar en la memoria para recordar aquella primera vez en el estadio? ¿Un partido de la llamada Copa de Ferias contra un equipo polaco o el salto del gran Gallego por encima de un delantero del Pontevedra? Resultó inevitable, además, experimentar curiosidad por la vida de Juan Canela Salamero, el socio elegido para hacer el saque de honor que ya estuvo en la inauguración de 1957. Este hombre sabe de primera mano lo que es disfrutar, y también sufrir, con y por este equipo.
Al contrario de la canción, la distancia no es el olvido, a pesar de que en Nueva York se ha de ver el encuentro contra el Athletic por ESPN en español, donde, como si fuera tele Real Madrid, siempre ponen pegas a cualquier mérito azulgrana. Debe reconocerse que algunas veces con toda la razón. ¿De verdad que Unai Simón es el portero de la selección española? Los culés han de estar muy agradecidos por su inestimable colaboración en la fiesta.
Todavía hay menos distancia cuando llegas a esa edad, como pronosticó Lewis, en que recurres a aquellos libros de aventuras leídos en la juventud persiguiendo el Santo Grial. Es la manera de conjugar todos los horrores de este presente en demolición.
En este caso, el Grial lleva por nombre Lamine Yamal. La historia dirá que Robert Lewandowski marcó el gol del retorno a casa. Pero hay degustadores del buen fútbol para los que será la jugada de Lamine en el cuarto gol lo que definirá este momento.
Elogiada en la propia ESPN (en inglés) como “puro Messi”, esa jugada habría permitido a Florentino Pérez convertir a Franco (“Franco, Franco”, corea el Bernabéu) Mastantuono en el mejor jugador jamás visto, superior incluso a su Di Stéfano.
Pérez disfruta de edad suficiente para volver a leer cuentos de hadas en los que Cruyff, Maradona o Messi, figuras del Camp Nou, visten de blanco.