Bandazos en el Palau Blaugrana

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Bandazos en el Palau Blaugrana
Periodista

En los próximos días se hará oficial la llegada de Tornike Shengelia al Palau Blaugrana. El fichaje del veterano jugador georgiano, de 33 años, es lo mejor que el club puede poner en el plato de los aficionados en lo que está siendo, por tercer año consecutivo, otro verano desilusionante para la afición. El bueno de Toko, un gran jugador, sin duda, todo un gladiador de esos que enamora a la grada, no sirve ni de lejos para llenar la barriga de una afición famélica, que sigue añorando los tiempos de Jasikevicius, Mirotic y compañía. La realidad actual es bien distinta, un crudísimo baño de realidad.

BARCELONA, 11/04/2025.- El pívot del Barça Willy Hernangómez (d) en acción ante el alero del Virtus Segafredo Tornike Tornike Shengelia, durante el partido correspondiente a la fase regular de la Euroliga de baloncesto, entre el Barça y el Virtus Segafredo Bolonia, celebrado este viernes, en Barcelona. EFE/ Enric Fontcuberta

Shengelia, ante el Barça

Enric Fontcuberta / EFE

Por tercer año consecutivo, precisamente desde que el Barça decidió aplicar una gorda tijera en las secciones y se optó por desmantelar un proyecto ganador que disputó tres final fours consecutivas, la sección de baloncesto azulgrana debe rehacer la plantilla con recortes presupuestarios. La RAE debería incorporar los movimientos del conjunto azulgrana estos últimos años como antónimo oficial de “estabilidad”. La imagen ya recurrente de una presentación conjunta en verano de varios jugadores como caras nuevas del Barça ha dejado de ser ilusionante para convertirse en decepcionante. Ya nadie es capaz de acertar qué rumbo quieren tomar los responsables de la sección.

Las limitaciones presupuestarias no sólo vienen dadas por los recortes del club, también por algunos errores de planificación. El caso más llamativo, sin duda, es el de Willy Hernangómez, con el contrato más alto de la plantilla. Fichado a golpe de talonario como la gran estrella del equipo, su rendimiento ha estado muy lejos de lo esperado, hipotecando no sólo el juego del Barça en la pista, sino también sus movimientos fuera de ella.

El escenario parece casi apocalíptico, pero realmente halagüeño no es. La secretaría técnica no cuenta con David Copperfield para obrar milagros y tiene que adaptarse y limitarse a los recursos de los que dispone (un presupuesto de 32 millones debería dar para algo más). Hoy en día, eso significa apostar por jugadores más veteranos, que aceptan firmar contratos más cortos y, a priori, garantizan rendimiento inmediato. De ahí la llegada de Shengelia, la apuesta por Will Clyburn (35), del que aún se espera una respuesta a la oferta realizada, o el fallido intento de hacerse con Lorenzo Brown, aterrizado ya en Milán bajo condiciones que el Barça no ha podido igualar.

Tras una de las peores temporadas en cuanto a número de derrotas, a Joan Peñarroya le toca intentar mejorar las prestaciones de su equipo, de nuevo reconstruido con retales (¿Cale? ¿Juani Marcos?). Misión nada fácil, que de hecho roza lo imposible.

El bando optimista intenta mirar un poco más allá, al próximo verano, cuando los astros amagan con alinearse. No sólo hay elecciones, con las habituales promesas electorales para ganar votos, sino que también finalizan muchos contratos importantes (Laprovittola, Hernangómez, Satoransky, Vesely...), lo que podría ampliar el margen de maniobra para, esta vez sí, devolver al ilusión al Palau Blaugrana. De momento, sólo hay bandazos.

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