Las peores piernas de Primoz Roglic, que era el favorito hace 15 días y ahora está casi descartado, coincidieron con las mejores pedaladas y el gran día de Carlos Verona. La alegría va por barrios en el pelotón. Siempre fue así. Pero el ciclismo es tan caprichoso que en 24 horas el mismo equipo pasó del infierno, con la caída de Ciccone, que estaba séptimo y era su hombre para la general, al cielo, con el triunfo de Verona. El español, al que, sin líder ya, le dieron libertad, redondeó el Giro excepcional del Lidl-Trek, que ha ganado seis de las 15 etapas disputadas en la corsa rosa, además de portar cinco días la maglia con Mads Pedersen. Han ganado al sprint y en repechos con el danés, en contrarreloj con Hoole y ahora también en la montaña.
Verona, escapado, lanzó su ataque a más de 40 kilómetros de meta y pedaleó hacia el protagonismo al que casi siempre ha renunciado, toda una vida trabajando para otros. Pero tras tanto sacrificio invisible, le llegó su jornada de gloria en Asiago. A los 32 años, logró su primera victoria en una gran vuelta, que es solo la segunda en 13 temporadas de profesional.
Los más combativos
Del Toro responde sin dudar a los ataques de Bernal y Carapaz mientras Ayuso se refugia en su equipo
¿Es un escalador? ¿Es un rodador? ¿Es un gregario? ¿Es un cazaetapas? Es todo eso el madrileño, que vive en Andorra y habla catalán. Un ciclista al que no le gusta quedarse encasillado, que toca muchas teclas, que tiene tanta clase como inquietudes y que hasta se ha puesto a empresario y va a organizar una clásica andorrana el 22 de junio, antes del Tour.
El autobús del Lidl se despertó con la amargura del adiós de Ciccone tras la caída del sábado en Nova Gorica pero acabó el día en la llegada Asiago con la felicidad de Verona, que además se pudo abrazar con su mujer y sus dos hijas. A ellas les regaló el ramo de flores desde el podio.
Cuando menos lo buscaba, cuando más mentalizado estaba en ponerse al servicio de sus compañeros, cuando solo pensaba en tirar, escoltar y ayudar fue cuando encontró el éxito. Es lo que sucede cuando un equipo está en racha, como el Lidl-Trek, que pierden un líder y ganan una etapa. “En absoluto me lo esperaba, para nada. Yo venía con mi rol de trabajar para Ciccone y estaba muy contento con eso pero ayer le perdimos”, explicó el español, que en la parte final de la etapa no se olvidó de su líder. “He pensado mucho en Giulio, porque sé cuántos sacrificios había hecho para esta carrera. Lo he hecho por mí y por el equipo”, describió.
Verona dejó al resto de la escapada en la base del Monte Dori, la última ascensión del recorrido. Llegó a tener casi un minuto pero coronó solo con 12 sobre un dúo de italianos, Zana y Garofoli. Los locales aún no han ganado en esta edición. Pero apenas se bajaba en los 27 km que quedaban, era todo un terreno rompepiernas, una meseta. Y el madrileño lejos de flaquear, enseñó que en esa dureza le iba como anillo al dedo.
27 km hasta la meta
El terreno rompepiernas tras la última subida fue una autopista hacia el triunfo para el madrileño y la tumba de las aspiraciones de Roglic
Mientras para él era una autopista hacia el triunfo, ese terreno fue casi la tumba de las aspiraciones de Roglic, que lo pasó mal en el Monte Grappa y que volvió a mostrar su debilidad en la subida al Dori, donde Bernal, Carapaz, Tiberi, Gee y hasta Simon Yates se atrevieron a atacar para hacer no perdonar la vida al esloveno del Red Bull, que perdió otro minuto y medio, y ya está casi a cuatro de la maglia rosa.
A cada aceleración, respondía a la primera un Isaac del Toro que cada día corre con más jerarquía, dando la sensación de ser inabordable. Mientras Ayuso prefiere siempre refugiarse cerca del resto del equipo. Al joven mexicano, tan cómodo de rosa, no se le ha visto ni medio renuncio, siempre corriendo a pecho descubierto, antes de la temible tercera semana, con casi 25.000 metros de desnivel. “Va a ser duro pero con este equipo, todo es posible”, dice él.
