La fuga de la fuga fue la frase que puso de moda Chente García Acosta, director del Movistar, para cuando hay que rematar una escapada. No se puede resumir mejor. Tan fácil de decir, tan difícil de conseguir. Hay que ser listo y tener piernas. Hay que escoger el momento y crear dudas en el resto de aventureros. Pasar desapercibido hasta dar el gran golpe. La fuga de la fuga en la tercera etapa del Dauphiné tiene nombre: Iván Romeo.
El vallisoletano, de 21 años, logró una victoria de muchos quilates en Charantonnay, donde exhibió su fama de espectacular rodador que le precede pero también en el olfato y las piernas que le llevan acompañando todo el 2025. Ya había ganado una etapa en la Volta a la Comunitat Valenciana y había sido cuarto en una etapa y en la general del UAE Tour y tercero en el prólogo de Romandía.
Pero este triunfo fue un nuevo paso en su carrera incipiente. Venció sorprendiendo a sus compañeros de escapada (y vaya galgos había) y se puso líder en la carrera justo antes de la contrarreloj de este miércoles, su especialidad, donde el año pasado ganó el Mundial sub-23. Saldrá el último y tiene más de un minuto de ventaja sobre Pogacar, Vingegaard y Evenepoel.
“Vamos tío, me cago en todo”. Se escuchó justo antes de que empezase la entrevista del ganador. Era Jorge Arcas, su compañero, que se le acercaba a felicitarle por su genial triunfo, luciéndose ante ciclistas de nivel altísimo. Van der Poel es uno de los magníficos del ciclismo actual, Lipowitz es un escalador, Dunbar es todo un ganador de dos etapas de la Vuelta, Leknessund ha sido líder del Giro… Todos ellos se rindieron ante la locomotora del Pisuerga.

Romeo, con el maillot amarillo del Dauphiné
Dos veces atacó Romeo en los últimos 15 kilómetros. En la primera no pudo mantener la ventaja. En la segunda, a falta de 5.000 metros, le dejaron ir pensando que lo pillarían de maduro. Pero el vallisoletano tiró y tiró, apretó los dientes y se llevó el doble premio. “No sé qué decir. Es el mejor día de mi carrera. Significa todo, llevo toda una vida para esto. El trabajo duro siempre da resultado”, fueron sus palabras, antes dedicárselo a su familia y amigos.
Antes de subir al podio, tan novel, se le rompió la cremallera del maillot amarillo. Nada que unos imperdibles no pudiesen arreglar. La fotografía era para la historia y debía quedar perfecta. La ocasión lo merecía.