Todo estaba preparado en la llegada a Mâcon para que Jonathan Milan exhibiera de nuevo su velocidad en la quinta etapa. El ganador del segundo tramo del Dauphiné llegó a los últimos metros con todo el trabajo hecho, preparado el terreno por sus compañeros del Lidl-Trek para lanzar el sprint. El italiano tenía controlado a su izquierda a Van der Poel, junto a él el otro gran velocista de la carrera, pero por su derecha se coló como una exhalación, contra todo pronóstico, el inglés Jake Stewart.
El del equipo Israel arrancó antes que todos, a su rueda el francés Axel Laurance y el noruego Soren waerenskjold, y logró con mucha superioridad la cuarta victoria de su carrera. “Encontré hueco a rueda de Van der Poel y arranqué antes de que lo hiciera Milan”, explicó el de Coventry, de 25 años, en un día marcado en el calendario para su compañero Ackermann, el principal sprinter del equipo, que abandonó a 50 km de meta.
La etapa, de 183 km salpicada de ascensiones de poca dureza, con tres puertos de tercera y uno de cuarta, estuvo marcada por una tempranera fuga que solo sostuvieron hasta los últimos kilómetros Labrosse, Thomas y Guernalec. El pelotón, sin embargo, controló a los ecapados hasta finalmente acabar con sus esperanzas ya en la población de Mâcon.
La clasificación general no se vio alterada, pero Evenepoel se llevó un buen susto en la última rotonda, de 180 grados, por culpa de una caída que no afectó a los tiempos al producirse dentro de la distancia de seguridad de los 3 km finales. Aunque entró en meta tocándose el dedo corazón, el accidente no le produjo ningún daño al líder, que podrá afrontar las últimas etapas del Dauphiné, todas de montaña, en plenas garantías físicas.
