Pogacar gobierna a Vingegaard hasta cuando no lo necesita

Ciclismo

El esloveno sentencia el Dauphiné con otra exhibición ante el danés en la etapa reina

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Tadej Pogacar celebra su triunfo en la etapa reina del Criterium Dauphiné

ANNE-CHRISTINE POUJOULAT / AFP

No hubo más que ver como de relajado llegó a la meta para entender que Tadej Pogacar juega a otro deporte. Se podría decir que el esloveno, con la carrera sentenciada, mantenía un ritmo cardiaco casi comatoso después de su enésima exhibición. Al danés Jonas Vingegaard, su máximo rival en este Dauphiné y en el Tour que comenzará en un mes, en cambio, casi tienen que sujetarlo para no caerse de la bicicleta. Aplicó el esloveno esta vez un estudiado catenaccio en los dos primeros puertos de categoría especial de la etapa reina, el Col de la Madeleine y la Croix de Fer (territorio Tour), y cuando llegó la subida definitiva a Valmeiner 1800, alzó el vuelo a falta de 12 kilómetros con un ritma que nadie pudo aguantar. Esta vez Vingegaard resistió a su rueda apenas un puñado de segundos. En la meta las distancias fueron escuetas porque así no quiso el líder de la carrera, que ni siquiera esprintó.

Mientras otros necesitan oxigenar sus pulmones para progresar en pendientes imposibles, Tadej Pogacar flota sobre las cumbres para mayor humillación de sus rivales. Es en días como el de hoy cuando esa superioridad se hace más evidente, porque este extraterrestre de la bicicleta fue capaz de arrasar a sus rivales cuando ya lo necesitaba, pues tenía la carrera completamente sentenciada. Se vio tan superior a todos que se permitió hacer lo que quiso. Cuando quiso irse lo hizo, cuando quiso ampliar la distancia lo consiguió, y al final se permitió el lujo de relajarse y dejar escapar 15 segundos de ventaja.

La trampa del Visma

Visma intentó cazar a Pogacar en el descenso de la Croix de Fer

Después de haber sufrido la furia del esloveno en el día anterior, Visma planteó una carrera más táctica, en la que buscaron atacar sus puntos débiles, o quizás los menos fuertes. Las hostilidades comenzaron en la subida a la Croix de Fer y continuaron en los primeros dos kilómetros del descenso, algo que molestó a Pogacar y que en la meta calificó de “ciclismo moderno”. No se tomó bien la encerrona el del UAE, que sobrevivió sin mayores consecuencias.

En la subida definitiva se avanzó Sepp Kuss (Visma), otrora ganador de la Vuelta, pero cuando Pavel Sivakov (UAE) se apartó de la cabeza del pelotón a falta de 12 kilómetros, Pogacar lanzó su ofensiva. El castillo de naipes de Visma se vino abajo definitivamente. Vigegaard resistió unos segundos y desde entonces comenzó una batalla en la distancia en la que Pogacar se movió a su antojo. Aceleró y ralentizó su marcha cuando lo necesitó y se dejó ir en la meta, en un gesto casi de menosprecio a su rival.

No me gustó (que Visma atacase en la bajada de la Croix de Fer), pero así es el ciclismo moderno”

Senior EditorCiclista del UAE

Este duelo antes del Tour, apenas un aperitivo de lo que vendrá, no parece haber llenado el buche del esloveno, serio y un tanto ofuscado al final. “El Visma atacó antes de la cima de la Croix de Fer y luego, de hecho, creo que quisieron soltarme en la bajada. Hubo un poco de peligro en los primeros kilómetros de descenso. No me gustó, pero así es el ciclismo moderno”, criticó.

Y explicó el final de esta forma: “Jonas estuvo muy fuerte, pero yo tampoco quería ir demasiado lejos. Fue una subida muy calurosa y larga. Por suerte, tuve tiempo suficiente para bajar un poco el ritmo en el último kilómetro”, dijo.

Vingegaard logró controlar esta vez las distancias y perdió una renta simbólica. Dijo haber estado en los números que esperaba, pero las malas noticias son que, más allá del calor de justicia que imperó en la etapa, el terreno no era para tanto. La media de los últimos once kilómetros no superaba el 7%. “Intenté seguirle, pero aun así he tenido un gran rendimiento. Mis datos han sido buenos. Hoy Tadej ha sido mejor y tengo que felicitarlo. Espero mejorar a partir de esta carrera y estar mejor en el Tour. El ha estado muy fuerte ayer y hoy, es el merecido ganador, felicidades”, dijo el danés.

Qué decir entonces del resto de rivales, como Remco Evenepoel (Soudal), al que se le hizo de noche por completo y cedió 2m39s en la meta. Hasta tal punto que Florian Lipowitz, que cedió 1m21s, logró afianzarse en el podio de este Dauphiné. Enric Mas (3m48s) y Carlos Rodríguez (3m51s) llegaron entre los diez primeros, pero las distancias hablan por sí solas. 

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