El viento de cara sopla con fuerza en Caen. Remco Evenepoel, el mejor contrarrelojista del mundo, se afana por atravesarlo encorvado sobre su bici. Ese es el secreto, la aerodinámica, de su supremacía en esta especialidad. Y se concentra en el que debe ser su día. Hierático en su pedaleo, los labios besando los antebrazos, la vista puesta en el asfalto, casco color ocre metalizado y maillot de campeón del mundo, robado a Pogacar por un día. Evenepoel se sabe favorito, pero el viento le molesta. Sus tiempos son discretos hasta la mitad del trazado de 33 km. A partir de ahí, lo que era dificultad se convierte en virtud. Y el belga alza el vuelo. Un huracán desatado azota a sus rivales y les endosa en 15 kilómetros más de medio minuto. A todos menos a Pogacar, claro, a quien aventaja en unos escuetos 16 segundos, que hacen líder de la carrera al esloveno.
No, Evenepoel no es Pogacar. No ha alcanzado las 100 victorias a los 26 años, pero sí lleva 64 con solo 25. No ha ganado un Tour de Francia, pero sí una Vuelta a España y 20 contrarrelojes. No pretende ser Eddie Merkx, pero ha sido campeón del mundo en ruta, en contrarreloj y ha dominado las dos especialidades en los últimos Juegos Olímpicos, además de un par de Liejas, siendo el primer corredor de la historia en lograr todo ello. No, Evenepoel no es Pogacar. Pero no necesita serlo para ser considerado a su edad uno de los mejores de la historia.
Con una larga carrera por delante todavía, es lo suficientemente para entender que su misión en el Tour no pasa por ser el mejor. “Vamos a trabajar para acabar en el podio, ese es ahora el objetivo. Algún día vendré a ganar el Tour, pero ahora es demasiado pronto”, reconocía en la meta de Caen.
El susto del Criterium Dauphiné, donde perdió 48 segundos con Evenepoel y 27 con Vingegaard, hizo reflexionar a Pogacar. En el recuerdo de todos también estaba la exhibición del danés camino de Combloux en el Tour de 2023. Pero Caen no es lo mismo. Aquí no hay pendientes. El terreno es favorable y lo que sobra es viento. Es terreno para especialistas y no para aventureros. Las fuerzas todavía intactas también ahuyentan las esperanzas de un nuevo susto. Mientras todos se iban a la Loze a reconocer la subida más dura de este Tour, Pogacar se concentró en Isola 2000 con una única misión, fortificar su única debilidad aparente. Se subió a la cabra y rodó y rodó para perfeccionar su técnica y su aerodinámica. Pues de eso se trata cuando los vatios están en sus piernas. Después de la quinta etapa, ese capítulo está superado.
“Lo planteé como una batalla conmigo mismo, no he tenido las mismas sensaciones que en la Dauphiné, hoy he conseguido superarme. Sabía que los rivales eran muy duros y perder solo 16 segundos es un buen resultado, detrás del mejor contrarrelojista del mundo”, apuntó Pogacar.
Y de esto va el Tour. Un duelo entre corredores que de no haber coincidido todos a la vez tendrían un palmarés todavía más extraordinario. Cada día brilla uno. A la espera de la aparición de Van Aert, Roglic y Vingegaard, es el tiempo de Van der Poel, Evenepoel y, sobre todo, Pogacar. Porque ahora mismo el Tour es en realidad lo que el esloveno quiere y necesita. El largometraje que supone esta aventura propondrá nuevos argumentos en la alta montaña, pero por ahora es el patrón y nadie, ni siquiera Vingegaard, puede hacerle sombra. Después de cinco etapas, ha sido primero y segundo en tres de ellas. Ya es líder, y como en su propio carnaval, acumula también el maillot de la montaña y el de la regularidad. Tras él aparece Evenepoel a 42s. Y más importante, con el segundo puesto en Caen asesta un golpe muy duro a Jonas Vingegaard, que en un día muy gris, hasta en Visma lo reconocen, se dejó 1m05s en meta y ya pierde en la general 1m13s. El mal rendimiento del danés es la sorpresa del día.
Sospecho que a Jonas simplemente le faltó fuerza. No esperábamos esto en absoluto”
“Sospecho que a Jonas simplemente le faltó fuerza. El viento no es una excusa porque eso es algo que afecta a todos. No esperábamos esto en absoluto, pero sucedió”, explicó en meta Grische Niermann, director del Visma. Vingegaard, en cambio, intentó ser positivo: ”Afortunadamente, el Tour es largo, todavía creo en mí y en nuestro plan, creo que podemos ganar el tour. Me han sorprendido mis piernas de hoy, pero la carrera es así”, comentó.
Y mientras la guerra de las galaxias continúa, entre los mortales la contrarreloj anima a Iván Romeo, séptimo en la etapa a 1,02 de Evenepoel, pero pasa factura a Enric Mas. Casi tres minutos perdidos le dejan fuera de los diez primeros a 3m29 segundos. Carlos Rodríguez aparece a 4m4s después de ceder 2 minutos más. Es momento de agarrarse al discurso de los escaladores puros. Esto acaba de empezar y quedan seis finales en puertos de categoría especial. Menudo Tour.
