Merlier logra el doblete tras una histórica escapada de Van der Poel

Tour de Francia | Etapa 9

El neerlandés fue atrapado a 800 metros de la meta después de permanecer escapado 173 kilómetros

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Tim Merlier celebra su triunfo ante Jonathan Milan

Sarah Meyssonnier / Reuters

En Châteauroux, ciudad ubicada en el centro geométrico de Francia, se respira ciclismo en cada calle. Se ha acostumbrado esta urbe a ser llegada del Tour, y a coronar siempre como ganador a un sprinter. Solo valen victorias de velocistas en Cavendish City, como su alcalde ha rebautizado a la ciudad por ser el británico el ganador de las tres últimas veces. El terreno desde Chinon, lugar de salida, es perfecto para los equipos expertos en llegadas masivas. No hay ni una cota. Ni muros, ni repechos, ni puertos. Solo asfalto llano y rectas interminables. Mucho viento, campos de girasoles y una temperatura asfixiante. Pero con esta generación de ciclistas tan excepcionales como insolentes sobre la carretera nunca se puede dar nada por hecho. Y así, Mathieu Van der Poel, de nuevo él, ganador de una etapa y líder durante varias etapas, ofreció una de sus exhibiciones más importantes, y ya van unas cuantas. Atacó de inicio, casi de broma casi en serio, con su compañero Rickaert. Marchó 173,5 kilómetros escapado de los 175,1 que componían la etapa. Se afanó en plantar cara uno por uno a cada equipo del pelotón. Todos pasaron en algún momento por la cabeza para tumbar su heroicidad. Voló el de Kapellen a 50 km/h., ritmo que en una etapa en línea solo se había dado en una ocasión en toda la historia del Tour, en 1999. Pero la inmortal de Van der Poel declinó, para lamento de todos, a 600 metros de la meta. Allí, el esforzado pelotón humanizó al neerlandés, convertido en un semidiós por un día, y Merlier batió de nuevo a Jonathan Milan, en el pulso que mantienen los dos mejores velocistas del Tour.

En Cavendish City volvió a imponerse la tradición. Lo sabían todos. Lo discutió un Van der Poel histórico sin fortuna. Quien más claro lo tenía era su alcalde, Gil Avérous, que colocó bajo varios de los carteles que anuncian el término municipal de esta modesta ciudad de 43.000 habitantes, un segundo cartel que reza: ‘Cavendish City’. No es baladí, pues la carrera del fabuloso ciclista de la Isla de Man en el Tour no se podría haberse escrito sin esta ciudad. Fue allí donde se apuntó su primera victoria en el Tour, allá por 2008, cuando era un imberbe fenómeno emergente. Ya en 2011 conquistó la número 17, cuando nadie discutía que era el mejor velocista del mundo. Pasaron diez años hasta que llegó la 32, cuando el ciclista ya se había convertido en mito pero su cuerpo comenzaba a caducar. Châteauroux aupó a Cavendish hasta que el año pasado, en la epopeya en Saint-Vulbas, a solo 400 kilómetros de su ciudad predilecta, logró batir el récord de victorias (35) en la mejor carrera que existe.

Allí donde Cavendish fue emperador, Merlier volvió a definir su superioridad sobre Milan, rendido a falta de varios metros en un sprint nervioso por el trabajo para alcanzar a Van der Poel. Otra vez Visma se encargó de endurecer la etapa y promover abanicos en un recorrido propicio para ello. Vingegaard trabaja sin descanso para desgastar al máximo a Pogacar antes de los Pirineos. Pero como aperitivo, el Macizo central en el 14 de julio, día de Francia, ofrece otra posibilidad para el deleita, con un trazado de 4.450 metros de desnivel positivo entre Ennezat y Le Mont-Dore Puy de Sancy y un récord de hasta ocho puertos puntuables.

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