Más allá del aspecto deportivo, el Tour de Francia también destaca por las imágenes aéreas de cada tramo. Además de otros enclaves turísticos de Toulouse, este miércoles los telespectadores se deleitaron con las imágenes de un museo aeronáutico. El viejo concorde, el Airbus 380 o distintos aviones de guerra llenaron la pantalla en los primeros 16 km neutralizados del día. Las estrellas del aire, alguna ya descatalogada, fueron reemplazadas después por los reyes de la carretera en otro día de locos en la ronda francesa. Sonrió el noruego Jonas Abrahamsen, vencedor de una etapa, la mejor de su vida, donde también fueron protagonistas Tadej Pogacar y Mathieu van der Poel. El neerlandés, gran animador en esta edición, se quedó a escasos segundos de cazar a la cabeza de carrera tras una persecución de quilates, una frustración parecida a la de la etapa 9, y el esloveno superó una caída en el tramo final sin perder tiempo y sin lesiones de importancia.
La 11.ª etapa empezó y acabó en Toulouse, una parada clásica que sumaba su 28.ª presencia en la Grande Boucle. La ciudad rosa se estrenó en la primera edición de la ronda francesa, allá por 1903 cuando Hippolyte Aucouturier ganó el tramo tras recorrer en casi 18 horas los 373 km desde Marsella. Gino Bartali (1948), el español Juan Antonio Flecha (2003), Mark Cavendish (2008) y la anterior vez Caleb Ewan (2019) fueron otros ciclistas que dejaron su huella en la urbe del sur de Francia. Ahora se ha unido a ellos Abrahamsen.
La jornada antes de la llegada a los Pirineos debía servir para aligerar las piernas y la mente después de una primera semana de Tour exigente. Nada más lejos de la realidad. Otra etapa trampa. Ya en los metros iniciales, saltaron de inmediato los primeros valientes. Como una exhalación, Abrahamsen, Schmid y Ballerini conformaron la primera escapada, a la que se unieron Wright y Burgaudeau. Por detrás, en el pelotón, de todo menos tranquilidad. Prácticamente cada paso por una carretera estrecha, cualquier repecho o curva cerrada sirvieron de emboscada para que los más osados probaran fortuna con una nueva aventura en solitario o en petit comité.
Me asusté cuando vi el bordillo y temí golpearme en la cabeza. Pero mi piel es dura y me detuve antes”
Con cada intento de fuga se resentía el gran grupo, que se resquebrajó varias veces, estirado como un chicle. Parecía una clásica. Lo probó incluso Vingegaard, quizá para sacarse el sambenito de conservador, poco dado a los ataques, pero fueron Van der Poel y Van Aert, junto con Simmons, De Lie y Laurance, los que aprovecharon el arreón del danés para consolidarse como el grupo perseguidor de la cabeza.
La etapa había entrado en el último tercio, 50 km minados de pequeñas ascensiones, tres puertos de cuarta categoría y uno de tercera. La distancia entre Van der Poel, Van Aert y compañía se mantuvo en medio minuto con la 'tête de la course' hasta que en la cima de Vieille-Toulouse estalló la carrera. Abrahamsen y Schmid aceleraron en busca del triunfo y Van der Poel se fue a por ellos en solitario.

Jonas Abrahamsen celebra el triunfo sobre el suizo Schmid en la etapa 11 del Tour de Francia.
Mientras, la tranquilidad del pelotón, ya abandonada la victoria de etapa, se rompió con un ataque infructuoso de Vingegaard, en el muro de Pech David, de 800 m con tramos al 20%, que solo sirvió para desgajar a los hombres de la general del pelotón. La jornada parecía terminada para los favoritos, todos guardando fuerzas para la jornada de este jueves en Hautacam, hasta que Pogacar, relajado, se cayó a 6 km de meta tras contactar su rueda delantera con la trasera de Tobias Johannessen, que se cruzó en la trayectoria del esloveno.
El del UAE, magullado en un brazo y la cadera, fue atendido por un mecánico de la organización, que le ayudó a poner la cadena de la bici en su sitio antes de reanudar la marcha a 20 segundos del grupo del maillot amarillo de Healy. Los favoritos, lejos de hacer sangre, rebajaron el ritmo para que su rival enlazara antes de meta. Un gesto deportivo que alivió a Pogacar. “Me asusté cuando vi el bordillo y temí golpearme en la cabeza. Pero mi piel es dura y me detuve antes”, dijo el esloveno. Van der Poel, en cambio, volvió a sentir impotencia, de nuevo a pocos metros de otro triunfo de etapa. El neerlandés vio como delante suyo Abrahamsen se llevaba la gloria en un ajustado sprint con el suizo Schmid. No hay día tranquilo en el Tour.