Wellens agasaja a Pogacar con otro 'souvenir'

Tour de Francia | Etapa 15

El campeón belga, gregario del maillot amarillo, logra un triunfo de entidad en Carcassonne y ya ha ganado en las tres grandes

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Tim Wellens celebra su triunfo en Carcassonne.

Sarah Meyssonnier / Reuters

La batalla entre los favoritos de la carrera se pospone camino de Carcassonne, ciudad monumental donde perfectamente podría haberse inventado el término souvenir, pues a lo largo de todo el casco antiguo se extienden tiendas que dan la oportunidad de recordar la visita de innumerables formas diferentes. No hay terreno en esta 15.ª etapa para que Jonas Vingegaard presione a Tadej Pogacar. Tampoco parece el día ideal para que el voraz esloveno busque su quinto triunfo en esta edición. Un puerto de segunda categoría, a más de 50 kilómetros de la meta, y dos de tercera, no albergan el pedigrí necesario para el líder del Tour, que a estas alturas hay quien asegura que gana cuando quiere.

Quien dijo lo que para muchos fue una fanfarronada fue Tim Wellens (34 años), líder del Lotto durante años, reconvertido hace tres temporadas en gregario en el UAE. Este campeón nacional belga este año ha sabido sacar protagonismo a su nueva condición con declaraciones altisonantes, pero siendo el escudero de Pogacar durante día y noche es difícil brillar. Él fue quien le ‘robó’ el maillot de la montaña al esloveno en la tercera etapa para evitar que perdiese tiempo en el podio tras cada etapa y poder así marcharse antes al hotel. Pero el chico de los recados fue en otra vida un corredor ganador. Hasta ayer ya sabía lo que era ganar en el Giro de Italia y la Vuelta a España. Y eso no se olvida. Por eso en su día libre, el que Pogacar concedió a su guardaespaldas camino de Carcassonne, esté entregó un nuevo souvenir a su jefe y a sus compañeros en forma de victoria. Una combinación de fuerza e inteligencia táctica le permitieron unirse a ese selecto club de corredores que han conseguido vencer en las tres grandes.

Comenzó el día con el pie izquierdo Wellens, que viene de una saga de ciclistas. De hecho su tío llegó a ganar dos etapas en el Tour en los años setenta. En el avituallamiento, cuando ya formaba parte de la escapada del día no estuvo diestro para recoger ni bebida ni la bolsa con comida. Un traspié que no le impidió estar en el corte bueno, cuando Michael Storer se empeñó en marcharse del grupo en el que estaban también Campenaerts y Simmons, todos ellos rodadores excepcionales.

Justo por detrás de ese grupo principal, Carlos Rodríguez intentaba volver a conectar con ellos tras haberse quedado en la primeras rampas del Pas du Sant, puerto más duro día. El de Sabiñánigo es el principal motivo de alegría del ciclismo español, huérfano de corredores que aspiren al podio este año. Como en días anteriores, Carlos Rodríguez peleó contra todo y contra todos y volvió a encontrar la fuga buena.

El empuje del español hizo que el grupo de ocho corredores volviese a reunirse. También estaban Barguill, Lutsenko y Vlasov. Y cuando subían las últimas rampas del Pas du Sant, a 44 kilómetros de meta, y los esfuerzos invitaban a un descenso refrescante, Wellens lanzó un ataque furioso. El belga había sido hasta ese momento un convidado de piedra en la fuga. Se había negado a colaborar con la excusa un tanto prosaica de pertenecer al equipo del líder. Ahorró las fuerzas que los otros gastaron. Y aunque Warren Barguil, primero, y Quinn Simmons (este chico empieza a merecer un triunfo), después, se exprimieron, el ritmo de Wellens destilaba olor a victoria. En cuanto abrió un hueco de 20 segundos, y ante un terreno favorable, el triunfo estaba en su zurrón. Y así fue. En la meta llegó con 1m27s de ventaja sobre un grupo de más de 15 ciclistas.

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Entre ellos estaba Carlos Rodríguez, que no dejó de trabajar para abrir el mayor hueco posible y con ello sobrepasar a Ben Healy en la clasificación general. Al final logró aventajar en 5m40s al pelotón y ya es noveno, aunque lejos todavía de los puestos de privilegio.

Wellens demostró que es mucho más que solo es el aguador de Pogacar. “Estoy muy contento por Tim –elogió Pogacar tras la etapa–, trabaja tan duro para que conservemos el maillot amarillo, también me ha ayudado en las clásicas, se sacrifica conmigo en los meses de preparación. Estoy tan contento como si hubiera ganado yo mismo”, dijo el campeón del mundo. “Claro que hay vida después de Pogacar –concedió Matxín, director del UAE–. En el equipo tenemos un plan claro para apoyar a nuestro líder, pero ver ganar a Tim Wellens en una alegría inmensa. Que consiga estrenarse en el Tour, en su victoria profesional número 40, a lo campeón, es algo muy importante para él y para el equipo”. De las 15 etapas que se han disputado hasta ahora, el UAE ha ganado cinco. Un tercio. Un dominio absoluto.

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