El Barça cae en Lisboa y se olvida de su cuarta Champions

Arsenal, 1- FC Barcelona, 0

Un solitario gol de Blackstenius en el 75 deja al Barça en la lona y a Mariona y al Arsenal levantando la segunda Champions de su historia

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Mariona Caldentey consolando a Aitana Bonmatí 

Maja Hitij / Getty

“Sí se puede” cantaba el barcelonismo en el Alvalade. Qué rápido y qué lento a la vez les pasó el tiempo viendo a su equipo, ese que presume con motivos de que puede y sabe mover el mundo, debía remontar un 1-0 al Arsenal a falta de diez minutos para el final. Pero no. No hubo chispazo. No hubo cuarta Champions. Sí la sombra de Turín 2022 y una lección de fútbol. La que dio el Arsenal de Mariona Caldentey ante un  Barça que había andado de forma solvente por Europa. Mariona que abrazó a sus excompañeras y amigas, no celebró efusivamente el segundo entorchado europeo de su nuevo equipo, que no lo levantaba desde el 2007. Sabía que aquello fue un mazazo tremendo. Abrazó a Aitana, que terminó llorando como nunca. Alexia muy cabizbaja, fue incapaz de consolar a sus compañeras.

Mariona abrazó a sus excompañeras y se mantuvo en un discreto segundo plano en la celebración 'gunner'

De entrada, había dudas en la banda izquierda. Pere Romeu tiró de la veteranía y experiencia de Rolfö para sustituir a Brugts en el lateral, y quiso premiar la gran temporada que está firmando Claudia Pina colocándola en el extremo. Aunque podría haber apostado de inicio por Paralluelo y reservar a la de Montcada y Reixac en su habitual papel de revulsiva, dejar en el banquillo a la pichichi de la Champions, con 10 goles anotados esta temporada, quizás no era justo. Tácticamente, Pina también suele tender puentes por dentro con Aitana y, sobre todo, con Alexia, por lo que al Barça le convenía su perfil para mantener la posesión. En ese sentido, Pina conectaba mejor con Rolfö.

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Pero nada salió como se esperaba. El Arsenal, un equipo de chispazos eléctricos que no necesita dominar los partidos para remontar y ganar —como ya demostraron ante el todopoderoso Olympique de Lyon en semifinales—, se presentó con las ideas claras. Y la losa de favorito que cargaba el Barça pronto hizo acto de presencia, desencadenando una serie de precipitaciones que les impedían mantener el equilibrio, cerrar espacios y dominar el balón como pretendían. En el costado zurdo, ni Pina ni Rolfö conectaban con Alexia. En el derecho, las cosas no iban mejor: Ona Batlle buscaba a Aitana, pero sin la fluidez habitual. Y esto se traducía en un enorme sentimiento de frustración cuando los balones lograban llegar al ataque barcelonista.

El Arsenal presionó y el Barça estuvo algo precipitado en sus decisiones

Graham Hansen se las tuvo con McCabe, lateral reconvertida en extremo por necesidad. Pina chocaba continuamente con Fox y con la veteranía de Williamson, dos defensoras con experiencia. Aquello era un muro. Y Ewa Pajor, la pichichi del equipo se marchó sin ninguna ocasión clara en los primeros 45 minutos. Tan solo un tímido cabezazo. Cuando nada sale, todo se contagia. Aitana tuvo la ocasión más clara del Barça en la primera parte, pero su zurdazo —un clásico que siempre aparece en las finales— esta vez no entró como pasó en Bilbao hace un año ante el Olympique de Lyon. Esta vez, rebotó en la pierna de Williamson.

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En cambio, Cata Coll sí tuvo trabajo bajo palos. El Arsenal, que acudía a la final sin la presión del favoritismo, se sentía cómodo en ataque. Mariona Caldentey —esa amiga que nadie quiere como rival— tocaba el balón entre sus centrales, Maanum y Little, para conectar con Foord, bien situada en el extremo zurdo. Esta le regalaba centros quirúrgicos a Kelly, que falló desde la línea de fondo. 

Fue un milagro que las de Pere Romeu se marcharan al descanso sin encajar. Primero por el autogol de Paredes que no subió al marcador gracias al fuera de juego de Kelly. El Barça no se había recuperado del susto cuando una rectificación de Pina evitó que Fox, mediante un centro cruzado, pusiera a prueba a Cata Coll. Luego, un rebote de Maanum obligó a la portera balear a sacar la manopla izquierda desde la frontal del área. Aun así, aún hubo otro susto en un córner lanzado por Little. 

Un gol del Arsenal en el tramo final

Blackstenius, con un disparo potente, marcó el primero a 17 minutos del final

La revolución intentó fraguarse en el segundo tiempo, con tres ocasiones en ocho minutos: un chut de Pina que tocó en Fox y se estrelló en el larguero; un taconazo de Aitana en la frontal que se marchó lamiendo el travesaño; y una jugada reivindicativa hilada entre Aitana y Alexia que desembocó en un centro para Ona Batlle. La lateral exprimió un recurso que se repitió varias veces: disparar desde la frontal del área. El primero rozó el palo derecho, inquietando a Van Domselaar.

Después, Pere Romeu empezó a agitar el banquillo. Pina se marchó con cara de decepción. Entró Salma, que aportó más fluidez por fuera, resiguiendo el lateral zurdo. Aun así, la mala suerte persiguió al Barça hasta el final. 

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Alexia y Aitana 

David Ramos / Getty

Una jugada quirúrgica que empezó Aitana desde el centro del campo siguió con una buena conexión entre Alexia y Rolfö, y terminó en un centro para Pajor. Nadie se explica aún cómo ese chut se fue al larguero por tan poco.  Pero después, la banda derecha del Barça quedó señalada. Ni Alexia ni Mapi León, que se marchó lesionada, pudieron aguantar la embestida de Blackstenius, que acababa de entrar al campo y puso a prueba a Cata Coll, quien sacó un imponente pie derecho. 

Blackstenius no falló a la segunda. Beth Mead, que también acababa de ingresar en una genial estrategia de la Renée Slegers, entrenadora del Arsenal para dar más aire a su equipo, le filtró el balón en una salida de córner y Blackstenius, con un disparo potente, marcó el 1-0 a 17 minutos del final ante una pasmada Alexia. 

La colegiada añadió la friolera de siete minutos. Nadie bajó los brazos, pero no salió. Así de caprichoso es el fútbol. Unas veces se gana y otras se aprende. Todas pidieron perdón a los 15.000 aficionados que fueron a Lisboa y prometieron que, como ya han hecho tantas y tantas veces en su historia, volverán a mover el mundo. Empieza la reconquista rumbo a Oslo 2025.

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