El Barça no juega como antes

La evolución del juego azulgrana

El Elche tuvo más posesión de balón que el equipo de Flick pero apenas hay debate

BARCELONA, SPAIN - NOVEMBER 02: Eder Sarabia, Head Coach of Elche CF, reacts during the LaLiga EA Sports match between FC Barcelona and Elche CF at Spotify Camp Nou on November 02, 2025 in Barcelona, Spain. (Photo by Alex Caparros/Getty Images)

Eder Sarabia, técnico del Elche, se desgañita ante la mirada de Hansi Flick y Jules Koundé

Alex Caparros / Getty

El 21 de septiembre del 2013 pasó a la historia del barcelonismo por el alboroto que se armó después de una clara victoria. El primer equipo había goleado 0-4 en Vallecas pero la estadística de la posesión resultó insoportable para los puristas del estilo: después de 315 partidos el balón lo había tenido el Rayo en un porcentaje un dos por ciento mayor a su rival (51% a 49%). Aquel Barça era líder de la clasificación de la Liga pero lo entrenaba Tata Martino, objeto de una crítica constante porque se le consideraba un profanador, un elemento sin sintonía ni continuidad estética respecto a los entrenadores que le habían precedido, Tito Vilanova, Pep Guardiola y Frank Rijkaard, todos ellos de línea marcadamente cruyffista.

Una década y pico después el Barça pierde la posesión en su estadio ante el Elche y el entorno lo acepta mayoritariamente con naturalidad y sin discusiones. La verticalización del estilo de la mano de Hansi Flick enganchó de tal manera al barcelonismo la temporada pasada (sólo se escapó la Champions y por poco) que al técnico alemán se le disculpa el desliz. Las numerosas bajas, en especial la de Pedri para hacerse con la pelota, así como la evolución del fútbol actual (ni siquiera el Manchester City de Pep Guardiola puede mantener sus estadísticas de posesión como antes) configuran un presente menos fiscalizador, amén de que quienes no toleraban desviaciones sobre el fútbol de posesión formaban parte del laportismo que hoy gobierna el club.

Es obvio que Hansi Flick se ha adaptado a su puesto mucho mejor que aquel argentino caído sobre el Camp Nou como un paracaidista incomprendido que bajó los brazos antes de tiempo ante la mirada desconfiada del entorno y de algunos de sus jugadores. Flick es, por contra, una figura idolatrada, a quien se adjudica con razón la transformación del equipo azulgrana, un grupo que entretiene y gana, cóctel con ingredientes seductores a más no poder que han sido muy celebrados.

El alemán verticalizó el estilo con éxito pero su equipo, irregular, transita ahora por vías nada ortodoxas

El debate, si lo hay, ha mutado y gravita alrededor de la extraordinaria versión de la temporada pasada enfrentada a la presente, mucho más irregular. Es decir, el club y su gente han asumido que con Flick solo se puede jugar de una forma, pero es obvio que, cuando no se borda el sistema colectivamente , la maquinaria falla.

Contra el Elche, el Barça condicionó su manera de jugar a la de su adversario. Los jugadores que entrena Eder Sarabia, segundo en su día en el Barça de Quique Setién, presionan en bloque hacia delante y los de Flick buscaron su espalda como solución de manera efectiva aunque redundante. Con 2-0 en el marcador no hubo intención de gobernar el partido con la pelota sino la insistencia en un mismo plan de juego de ida y vuelta. La ausencia de Pedri llevó a Flick a la conclusión de que para ganar al Elche había de considerarlo un igual, y le salió bien. Da la sensación de que sumar de tres en tres, tras la derrota del clásico y a la espera de recuperar a jugadores básicos como Raphinha y el propio Pedri, es el objetivo antes del parón internacional por encima de cualquier otra consideración. Es decir, vencer en Brujas en la Champions League y en Vigo ante el Celta en la Liga para detenerse, reflexionar y recuperar no solo la manera de jugar que hizo único al Barça de Flick sino las mejores versiones de los futbolistas, muchos de ellos lejos de su mejor nivel.

A esa esperanza se agarra el barcelonismo, que se enamoró de un equipo que verticalizó el manual hasta la contorsión pero que ofrecía como recompensa una cantidad de goles y un volumen ofensivo que compensaba antiguas filias que tenían que ver con la pausa y otras ideas románticas.

Las lesiones han acentuado la sensación de que ahora mismo, hasta el parón, solo vale ganar

Hay quien considera un elemento clave para el reencuentro del mejor Barça de Flick el retorno al Spotify Camp Nou. Este viernes los jugadores se entrenarán en una sesión a puertas abiertas con un aforo de 23.000 personas y el club espera celebrar allí, al fin, el Barça-Athletic del día 22 de noviembre. Sería el primer partido post parón de selecciones, la fecha ideal para el reencuentro. Con la gente y con una manera de jugar que concilie de nuevo todos los paladares.

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