En bandeja de plata

Por la escuadra

En la reapertura del Camp Nou, el Athletic abrió sus puertas de par en par al Barça. Le animó a una goleada inapelable, producto de los sucesivos obsequios del equipo bilbaíno, regalos de todo tipo: graves errores de Unai Simón en los dos primeros goles y de la defensa al completo en el tercero –como si estuviese enjabonado, el balón patinó entre una multitud de defensores, pero no escapó al definitivo remate de Fermín, jugador del partido y receptor de la patada que significó la expulsión directa de Sancet–. Fue una entrada fea y torpe en las formas, llena de frustración y hartazgo, el típico quiero marcharme ya de este maldito partido. Y se fue.

Dentro de un tiempo se recordará la efeméride por cosas como el autor del primer gol en el regreso a casa, después de más de dos años de ausencia y no menos de cuatro fallidos anuncios de reapertura. El honor correspondió a Lewandowski, que no es un piernas. Su nombre suena de maravilla en el registro de momentos simbólicos del club. El delantero polaco marcó prontísimo, minuto cuatro, y puso la proa al partido. Colaboró Unai Simón: mano blanda en un remate que entró por el primer palo.

Más tarde, el realizador televisivo aprovechó la ocasión para invitar a un goloso debate. Primer plano del abatido portero del Athletic y de la selección; contraplano del sereno gesto de Joan Garcia, que regresaba a la portería del Barça. Sólo fue exigido en una ocasión, su acrobático despeje al cabezazo de Vivian cuando se acercaba el final del encuentro. Suficiente para aprovechar el momento y convocar a la polémica.

La segunda cortesía de Unai Simón se produjo en el último instante del primer tiempo. De nuevo manos blandas y la pelota a la red. Interesante la secuencia de los goles: recién comenzado el primer tiempo, minuto final de la primera parte, tercer minuto del segundo tiempo y últimos instantes del partido. En medio, el partido, sencillísimo para el Barça, preocupante para el mustio Athletic actual.

Ni tan siquiera hubo morbo por el contencioso Nico Williams y las deterioradas relaciones Barça-Athletic. Los abucheos y los silbidos al extremo bilbaíno se apagaron pronto. Nico no está para grandes cosas ahora. En cuanto a Lamine Yamal, compañero de pubalgias, tampoco dio impresión de plenitud, pero dejó una obra maestra en la jugada del cuarto gol. Desarmó con la pelota a tres defensores y filtró un delicado pase a Ferran, que no perdonó.

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Fermin celebra su gol, este sábado en el regreso al Camp Nou

David Ramos / Getty

El partido se juzgará por la contundencia del resultado, no por la brillantez del Barça, espeso en el primer tiempo, hasta el punto de perder el control del partido. El Athletic tomó nota y dispuso de tres ocasiones consecutivas. No las aprovechó. Para aprovechar las oportunidades hay que creérselas y estar con los ojos como platos. No era el caso en este encuentro.

A medio gas y los goles que el Athletic le concedió ceremoniosamente, el Barça preparó un buen entrenamiento para el choque con el Chelsea. Vuelven recuerdos de los míticos Chelsea-Barça de otros tiempos: Ronaldinho y su mágico gol de puntera, el Messi de 18 años soportando una cacería en el barro, el famoso arbitraje de Ovrebo, el golazo de Iniesta con el Barça en estado de K.O. Y el antagonismo feroz de Guardiola y Mourinho.

Rara vez se ha visto en el fútbol una tormenta tan dramática como la alimentada por aquellos dos tremendos equipos, que llevan tiempo anunciando su regreso al primer peldaño del fútbol.

A Stamford Bridge, el Barça llegará más satisfecho de su fácil victoria sobre el Athletic que del juego desplegado. No necesitó gran cosa. El Athletic le entregó la goleada en bandeja de plata.

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