Florentino y el viejo truco

Análisis

Florentino y el viejo truco
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Ya tenemos la primera reacción de Florentino Pérez al demarraje de Joan Laporta, último aliado que le quedaba en la fallida Superliga europea que anda recogiendo cable para volver al regazo de la UEFA. El presidente del Real Madrid, con esa voz reverberante que caracteriza a los seres superiores , sacó a pasear desde su púlpito el caso Negreira, aún en fase de instrucción pero qué más dará eso, para relacionar los mejores años del Barça con aquellos pagos. “El período coincide, casualmente, con los mejores resultados del Barcelona en nuestro país”, dijo con cadencia calculada. La insinuación, barata y populista, fue aplaudida por los asambleístas, rendidos al líder supremo de un club que no celebra elecciones democráticas desde el año 2006 y que ayer aprobó sus propuestas con porcentajes favorables nunca inferiores al 97 por ciento, unanimidad que causa escalofríos por lo que evoca.

Siendo feo el asunto Negreira, la tesis de Florentino Pérez pretende poner en duda la época más gloriosa no solo para el FC Barcelona y sus aficionados sino para el mundo del fútbol en general, que consideró al equipo dirigido por Guardiola y liderado en el campo por Messi, Iniesta y Xavi (podio del Balón de Oro del 2010) como uno de los mejores de la historia. No es cuestión aquí de ventilar todos los agravios arbitrales respecto al Madrid, incluida la era Negreira (conozco culés que los tienen escritos todos con bolígrafo en una libreta de espiral), sino de preguntarse por qué un presidente que se compara con Santiago Bernabéu y ha hecho de su equipo una máquina de ganar Champions necesita manchar el historial, por ejemplo, del mejor jugador de todos los tiempos. Él, que contrató a José Mourinho para promover su caza.

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Florentino Pérez, durante la asamblea de socios del Real Madrid celebrada este domingo 

RODRIGO JIMÉNEZ / EFE

Manchar el recuerdo del mejor Barça de la historia da réditos y favorece la distracción

Quizás todo responda, más allá del mosqueo de ver como Laporta se le ha descarriado, (con los cables que le ha echado), a una maniobra de distracción de esas de toda la vida. Los medios de comunicación que siguen al Real Madrid, sometidos al yugo del rey sin apenas disidencia (en eso el Barça va por delante, aunque tampoco presumamos demasiado), sacarán a pasear con obediencia el horror del caso Negreira, cuando la chicha de la asamblea estuvo en una propuesta que incide en el modelo de propiedad. Casi nada.

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