Así es el milagroso halo que salva vidas en la Fórmula 1

La historia dice que las tragedias han sido las grandes de catalizadoras de la búsqueda de la seguridad en la Fórmula 1. Lo fue la muerte de Ayrton Senna en Imola 1994, también la de Jules Bianchi 20 años después en Japón 2014. En ambos casos la FIA reaccionó con firmeza para usar la innovación tecnológica en beneficio de los pilotos y su protección. Y gracias a ello nació el halo, un mecanismo perfeccionado después de miles de horas de investigación y pruebas que consiste en instalar una barra en forma de horquilla sobre el piloto con el objetivo de proteger su cabeza. Desde el 2018 es obligatoria en todas las categorías regentadas por la FIA. La aceptación de este nuevo sistema de seguridad no fue inmediata. Las principales críticas llegaron tanto por la estética como por el elevado peso de la pieza, que reducía la velocidad los monoplazas. Cuatro años después el halo no sólo es aceptado por la comunidad de la Fórmula 1, sino que se ha demostrado imprescindible, como ha quedado claro este pasado fin de semana con los accidentes sufridos por el chino Guanyu Zhou (Alfa Romeo) en F1 y el israelí Roy Nissany (Williams) en F2 en el circuito de Silverstone. El accidente del chino fue escalofriante, pero supone un gran ejemplo de la formidable función de esta pieza de ingeniería. En medio de la tensión de la salida, el Mercedes de George Rusell golpeó al Alfa Romeo de Zhou, que como si de una catapulta se tratase giró sobre su eje y se puso boca abajo de inmediato tras fallar el sistema antivuelco. Comenzó ahí a deslizarse, con la cabeza del piloto a escasos centímetros del suelo, hacia el exterior de la pista en unos segundos que parecieron horas. El coche atravesó también la grava, golpeó con la valla de neumáticos, que también saltó, y terminó estrellándose contra la valla metálica que protege a los aficionados. En décimas de segundo el monoplaza quedaba reducido a amasijos de hierro. Viendo lo sucedido y quizás con un cierto sentimiento de culpabilidad, Rusell se acercó hasta Zhou para interesarse por su estado. Los servicios médicos tardarían diez minutos en sacar al piloto, que milagrosamente estaba consciente y fuera de peligro. Fue trasladado al centro médico y ya se recupera del susto sin más contratiempos. “Estoy bien. El halo me salvó hoy”, publicaba sólo una hora después del multitudinario accidente en sus redes sociales. En el caso de Nissany, la tragedia también habría estado asegurada de no ser por este elemento. Después de una disputa por la posición con Dennis Hauger (Red Bull), el coche de este último se fue por el césped pero ambos monoplazas se encontraron al final de la curva. El Red Bull pegó un saltó justo antes de volver a entrar en la pista por culpa del piano e impactó con una enorme violencia sobre la parte superior del Williams, al que sacó de la pista. Nissany pudo abandonar el monoplaza por su propio pie, todo un milagro. Fabricado en titanio y con un peso de 10 kilos, lo que ha dado muchos quebraderos de cabeza a los ingenieros para maximizar la aerodinámica, puede soportar pesos de hasta 12 toneladas. Su diseño fue responsabilidad de Mercerdes y se impuso en la terna por elegir el elemento ideal al aeroscreen, diseñado por Red Bull Technologies y que consiste en un parabrisas con tecnología aeroespacial. Para muchos especialistas mejora en algunos aspectos al halo, pero que resulta más invasivo para el piloto. Ahora mismo es el usado en la IndyCar. En concreto, la decisión de la FIA de implementar este sistema estuvo motivada el accidente mortal de Jules Bianchi. El piloto perdió el control de su monoplaza por la lluvia y terminó impactando a gran velocidad contra una grúa que estaba retirando el coche de Adrián Sutil. Nueve meses después y con sólo 25 años fallecía en un hospital de Niza. La de Bianchi era la primera muerte en la Fórmula 1 en 20 años. La anterior había sido la de Ayrton Senna en 1994. Después de Imola, la FIA estableció un grupo de expertos para analizar sistemática y científicamente cómo hacer que la F1 fuera más segura. Aquello fue el comienzo de la innovación en busca de mayor seguridad, que hoy en día todavía continúa.

El halo está fabricado en titanio, tiene un peso de 10 kilos y puede soportar pesos de hasta 12 toneladas