Por detrás, galopaba a sus anchas Verstappen, el gran beneficiado de todos los incidentes en los primeros compases de la carrera. El neerlandés, que partía decimocuarto, ya había escalado hasta la cuarta posición en la séptima vuelta, después de superar como un avión a Alonso, y en el siguiente giro pasó con la misma facilidad a Russell. Por delante ya solo le quedaban su compañero Pérez y Sainz. La carrera estaba donde él quería.

Por detrás, Alonso rodaba con cierta tranquilidad en la sexta plaza, lejana la amenaza de su compañero Ocon y sin expectativas por delante, hasta que en el último suspiro recibió un inesperado regalo de Leclerc. El monegasco paró en la última vuelta para montar neumáticos blandos con el objetivo de arrebatarle el punto de la vuelta rápida a Verstappen, pero no lo consiguió y además se llevó una sanción de cinco segundos por exceder los límites de velocidad en el pit lane. Alonso, al que el de Ferrari utilizó para ganar unas décimas con el rebufo, escaló hasta la quinta plaza, una posición que este curso solo había alcanzado en Silverstone.

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