Tommy Burns, futbolista antes que santo

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Campaña para la beatificación de la leyenda del Celtic

Tommy Burns, jugador del Celtic en los años setenta y ochenta

Tommy Burns, jugador del Celtic en los años setenta y ochenta

PA Images via Getty Images

Tommy Burns se llevó una tarjeta roja cuando era un joven impulsivo en Pittodrie, el estadio del Aberdeen, y muchas en su propia casa, cuando desaparecía después de los entrenamientos o los partidos, llegaba tarde a cenar y su esposa Margaret (empezaron a salir a los 17 años y tuvieron cuatro hijos) se preguntaba si no estaría “pecando”, como tantos futbolistas. En realidad estaba en hospitales y asilos, visitando a ancianos y niños enfermos.

Burns, un centrocampista elegante que se movía por la izquierda y uno de los mejores jugadores en la historia del Celtic, con medio millar de apariciones en los años 70 y 80, era un católico ferviente de misa y comunión diaria, que se santiguaba discretamente siempre que pasaba por delante de una iglesia y celebraba los goles juntando las manos como para rezar y mirando al cielo, y uno de los pocos que ha logrado romper la barrera sectaria en Glasgow. Cuando murió prematuramente de un melanoma en el 2008, a los 51 años, dos leyendas del eterno rival Rangers, Ally McCoist y Walter Smith, llevaron a hombros su féretro en el entierro.

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Profundamente religioso, utilizó su dinero, su tiempo y su influencia para ayudar a quienes estaban en apuros

Ahora la comunidad católica de la ciudad escocesa ha iniciado los trámites para su beatificación y eventual santificación, y que se convierta en Santo Tomás de Glasgow, que sería tan sólo el segundo santo desde la ruptura del país con Roma en el siglo XVI, y el primer deportista en ser reconocido como tal. Los impulsores de la idea son conscientes de las enormes dificultades que ello implica y de la desesperante lentitud de la burocracia vaticana.

El primer paso es convencer al obispo de la ciudad, John Keenan, de que es candidato digno. Después se ha de demostrar que tiene una reputación de santidad (son muchos quienes lo piensan y todavía se despliega en Celtic Park una pancarta con su cara y la inscripción “Tommy Burns es un santo”), y que hay gente que le pide en sus oraciones que interceda para la realización de milagros. Después vendría lo más complicado, que es comprobar que éstos efectivamente se han producido.

Lo que es un hecho es que se desvivía por ayudar a los demás y era muy generoso con su tiempo, su dinero y su influencia. Una vez, tras ganar la final de la Copa escocesa, pidió públicamente perdón en la televisión a un niño enfermo por no haber tenido todavía tiempo de visitarlo en el hospital. Y si le llegaban noticias de que algún seguidor del Celtic estaba atravesando dificultades, le llamaba y le ofrecía su apoyo. Una vez intercedió personalmente ante las autoridades de inmigración para que no fuese deportado un joven seguidor somalí del equipo, y varias personas aseguran que las convenció para que no se suicidaran. La misma mañana de su muerte, envió flores a la hermana de un ex compañero gravemente enferma.

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Burns nació en el barrio de Calton, en el este de Glasgow, a corta distancia de la iglesia de Saint Mary donde un hermano marista fundó el club en 1887 para tender puentes entre Escocia e Irlanda, y que fuera motivo de orgullo para la comunidad católica. Se definía a sí mismo como “un aficionado que tuvo suerte”, y decía que cuando se enfundaba la camiseta verdiblanca no defendía sólo los colores de un equipo, sino de un pueblo y una causa. El fútbol le importaba, pero su auténtica pasión era ayudar a la gente. Todavía hoy, diecisiete años después de su muerte, sus hijos siguen recibiendo casi a diario mensajes de personas que recuerdan emocionadas como les echó un cable.

La Iglesia Católica define un milagro como un “efecto extraordinario propiciado por Dios que no puede ser explicado por la ciencia o las leyes de la naturaleza”. ¿Los hizo Tommy Burns? Desgraciadamente, el VAR no interviene en estas cosas como para demostrarlo...

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