Al final, en esto del fútbol, todos son iguales, sean futbolistas, sean periodistas o sean escritores. Llevo un año sentado ante mi pupitre, inspeccionando el móvil de tanto en tanto, esperando una llamada que no llega.
Espero la llamada del seleccionador de la Cervantina, el sueño de todo periodista-escritor-futbolista.
Trabajo la fuerza reactiva y el juego combinativo. Y miro partidos del Mundial de Clubs. Pero nada...
Disculpe, lector: usted no tiene porqué saber qué es eso de la Cervantina (por mucho que el menda sueñe con incorporarse a ella).
La Cervantina es la selección española de literatos tuercebotas, un conglomerado de artistas de las letras que, cual vazquezmontalbanes, comparten la pasión por el fútbol. Los tuercebotas son muchos, acaso un par de docenas, y los lidera Pedro Zuazua, el seleccionador que no me llama y aquí me tiene, en ascuas.
La crisis viene de lejos, de la no convocatoria del verano del 2024, en la Eurocopa de literatos.
A Berlín, se fueron los amigos.
Sin mí.
Entre risas y carreras por banda (por banda, repito), talentos como Pablo Martín Sánchez, Jacinto Elá, Carmen Berasategui, Galder Reguera y Marta San Miguel disputaron la Eurocopa de literatos. Y llegaron razonablemente lejos. En las redes circula su victoria por 2-0 sobre el combinado francés, en el que no jugaban Annie Ernaux ni Michel Houellebecq ni Frédéric Beigbeder.
Presencié todos aquellos hechos desde la distancia. Los presencié y los sufrí. De hecho, los sigo sufriendo.
A veces entro en la cuenta de la Cervantina en X, y allí siguen los vídeos, sus triunfos, los éxitos de un tiempo no tan lejano que se repetirá en el futuro, a no mucho tardar, pues ya hay nuevos objetivos en la Cervantina: para octubre se perfilan diversos compromisos en Magaluf y Córdoba, en sendas ferias de libros.
Desde que lo sé, he activado a mis topos.
Les he hablado de mi interés por calzarme de corto (de hecho, he llegado a disputar un partido de la Kings League para periodistas). He empezado a trabajar en la fuerza reactiva y en el juego combinativo. Estoy aprovechando estos días para revisar partidos del Mundial de Clubs y de la Nations League y pidiéndole consejos al gran Gerard Fermín, nuestro nuevo compañero de Deportes, que de fútbol sabe bastante. Le supliqué a uno de los topos que hablase con Pedro Zuazua, que le insistiese:
–Aquí hay un señor mayor que mantiene la ilusión de un niño –le dije.
–Que sí –me responde mi topo–: le he dicho al seleccionador que eras el mejor lateral derecho que había dado el atletismo español y me ha respondido que le ha tocado la fibra sensible… ¿No te ha dicho nada?
No, nadie me ha dicho nada.
Y no sé si no me llaman por ser mal futbolista o por ser mal escritor (o por las dos cosas).