El 20 de octubre de 2023 Papu Gómez fue el protagonista en la prensa y en las redes sociales mundiales. Trascendió que había dado positivo en noviembre de 2022, justo antes de irse con su selección al Mundial de Qatar y conseguir el triunfo, debido a una sustancia prohibida que, según el propio centrocampista del Sevilla por aquel entonces, procedía de un jarabe para la tos de su hijo que consumió “por bobo”, como explicó este viernes en el canal de YouTube 'De Visitante'.
Recurrió pero no hubo perdón. El futbolista, ya de 37 años y ahora en las filas del Pádova de la Serie B, cumplirá el fin de su sanción el próximo 18 de octubre, cuando podrá volver a jugar. Ha pasado por un proceso duro que ha requerido trabajo psicológico, en el que se ha cansado del sistema e, incluso, llegó a odiar hasta morir el fútbol.
“Los primeros meses fueron duros. No entendía por qué me pasaba justo en mi mejor momento, después del Mundial. Me llené de bronca con todo: con el fútbol, con el sistema. Me aislé, trabajé con psicólogos y hasta me costaba prender la televisión para ver un partido. Para mí, el fútbol había muerto”, se sinceró.
Me aislé, trabajé con psicólogos y hasta me costaba prender la televisión”
Una de las cosas que más le impactaron fue la cantidad de personas que salieron de su vida. Llegaron otras, incluso eso también le sorprendió, pero realmente le marcó la soledad inicial del dopado, señalado por el deporte, estigmatizado. “Me sorprendió la gente que desapareció... No los culpo. Pero también me sorprendieron otros que jamás habían estado y aparecieron. Conocí más personas en estos dos años como exjugador que en los seis que estuve en Atalanta”, explicó.
No es la primera vez que un deportista explica el abandono en un momento tan difícil, en el que el Sevilla le rescindió el contrato y parte de su entorno desapareció al verse alterado toda la cadena que alimenta al jugador. Una situación por la que ahora pasa, aunque en este caso con una sanción de diez meses, el central del Athletic Club Yeray Álvarez.
El argentino no pudo morderse la lengua cuando analizó el sistema, y señaló que hay una disfunción grande entre los tipos de sanciones. “Tomas cocaína o te fumas un porro y te dan cuatro o seis meses. Yo por un jarabe estuve afuera dos años. ¿A quién le entra en la cabeza?”, se quejó.