Hay quienes intentaron frenarlo, invocando las chilenas de Van Basten, otros los regates de Mazzola e incluso alguien citó un histórico concierto de Bob Marley, en el caluroso verano de 1980.
Milán, ciudad laboriosa, poco dada a los sentimentalismos, ha discutido y seguirá discutiendo sobre uno de sus símbolos. Pero la decisión ya está tomada: San Siro será derribado. El estadio más importante de Italia, inaugurado hace 99 años, apodado con justificada pompa “la Scala del fútbol” y dedicado a Giuseppe Meazza, gloria milanista y de la selección italiana de los años treinta, pasa de propiedad del Ayuntamiento de la capital lombarda al Milan y al Inter, los dos clubes de la ciudad. Es el primer paso necesario para poder construir un estadio nuevo, al lado de donde se levanta el actual, con dinero privado. Las obras deberían comenzar en la primavera de 2027 y nadie imagina tener listo el nuevo estadio antes de 2031, preparado un año después para acoger la Eurocopa. Mientras tanto, como gran despedida global, el Meazza acogerá la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Invierno del próximo febrero.
Milan a Inter han pagado un precio relativamente bajo, 197 millones de euros, lo que valen tres fichajes de primera fila
Pasada la medianoche, en el consejo municipal, situado justo enfrente de la Scala (la verdadera), la decisión fue sufrida y estuvo en peligro hasta el final por las divisiones de la mayoría que apoya al alcalde Giuseppe Sala. El proyecto se aprobó únicamente gracias a la abstención de un partido de la oposición, Forza Italia, que, precisamente el día del cumpleaños de Silvio Berlusconi, gran defensor de un nuevo San Siro, decidió abstenerse, rompiendo con sus aliados de Hermanos de Italia y de la Liga.
La prisa era mucha, porque la venta ante notario debe cerrarse antes del 10 de noviembre, fecha a partir de la cual el estadio se convertiría en un bien protegido por la Superintendencia de Patrimonio Cultural: el vínculo se aplica automáticamente a los bienes públicos 70 años después de su construcción, y el segundo anillo se completó precisamente en noviembre de 1955.
interior del estadio
El Milan y el Inter han pagado un precio relativamente bajo, 197 millones de euros, lo que valen tres fichajes de primera fila. Pero la factura total del proyecto es mucho mayor: 1.300 millones, porque además del nuevo estadio de 71.000 asientos, se han comprometido a obras de reurbanización de la zona, junto con la construcción de oficinas, tiendas, un hotel, un centro médico y los museos de ambos clubes.
No se dice abiertamente, pero una sombra obliga a poner en condicional los sueños de gloria: la investigación de la fiscalía de Milán sobre las operaciones urbanísticas de la ciudad, por ahora, no ha tocado la del estadio, pero el paso podría ser breve y los nostálgicos de Van Basten, Mazzola y Bob Marley podrían salirse con la suya.
