Dinamarca se despide con solo un gol en su casillero, infructuoso del azulgrana Christensen ante Francia, y tras un partido donde fueron olvidando su guion hasta ser presa del pánico cuando el electrónico estaba en contra. Mejores técnicamente que los oceánicos, empezaron el encuentro triangulando en varias ocasiones cerca del área rival, sobre todo escogiendo las internadas de Lindstrom por la izquierda. Sin embargo, fue Jensen, con un disparo potente desde la derecha, el único que puso en apuros al portero Ryan en la primera parte.
Las sensaciones fueron buenas para los escandinavos en la primera media hora, con Eriksen repartiendo juego y Braithwaite, por primera vez titular, útil en las descargas. Pero el buen hacer de los pupilos de Kasper Hjulmand se deshacía como un azucarillo cuando el balón llegaba al área, donde los socceroos se hacían fuertes, inexpugnables los centrales Souttar y Rowles.
La respuesta danesa, a falta de menos de media hora para el final, fue acumular jugadores de ataque con la entrada de Dolberg, Damsgaard, Cornelius y Skov. Víctimas de la presión y el nerviosismo en el tramo final, tiraron a la basura la pizarra y bombardearon el área rival con constantes centros, una situación donde también se impusieron los australianos, que apenas concedieron una ocasión clara. Solo Dolberg en el añadido, cuando ya solo había tiempo para rascar un empate sin premio, hizo aparecer a Ryan para desviar un remate de espuela. Fue un quiero y no puedo ante una Australia que en su sexta participación en un Mundial se convierte en la primera selección clasificada contra pronóstico para octavos.
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