En su comparecencia previa al torneo ante los medios de comunicación en Royal Portrush, Scottie Scheffler hacía una reflexión que ha dado la vuelta al mundo. El mejor jugador del planeta Tierra –y seguramente de toda la Vía Láctea– se preguntaba si todo su trabajo tenía sentido por el simple hecho de que la euforia y la celebración por ganar un torneo apenas dura unos minutos. “Claramente, el golf no colma mi vida”, repetía un jugador que ha superado los 100 millones de dólares en premios sin haber cumplido aún los 30. Habrá que ver si a última hora de este domingo opina lo mismo si es capaz de acabar el trabajo. Encarado no lo puede tener más después de ampliar su ventaja al frente de la clasificación del Open a 4 golpes a falta de la última jornada con otra exhibición de golf y de supervivencia a partes iguales.
El estadounidense afronta la última jornada con una cómoda renta tras otra exhibición de golf
Scheffler (29), dominador absoluto e indiscutible del golf mundial durante los últimos tres años, asentó el liderato que conquistó el viernesy, lejos de sufrir el más mínimo temblor de piernas en el moving day, dio otro zarpazo para quedarse a las puertas de la historia del golf. El tejano –nacido en Nueva Jersey–tiene en su armario dos chaquetas verdes (2022 y 2024) y en sus vitrinas añade el PGA conquistado hace unos meses en Quail Hollow. Si es capaz de agarrar con las dos manos las Jarra de Clarete al final del día empezaría a acechar la posibilidad de conquistar el Grand Slam en apenas unos pocos años. Lo suyo es francamente impresionante.
A pesar de todo, los mayores rugidos del público los provocó Rory McIlroy con un gran ataque desde atrás
Le costó arrancar al líder en una tercera jornada en la que el cielo volvió a ser un regalo para los golfistas, con el sol saludando desde lo alto en varios tramos de la jornada, y con los fuertes vientos sentados en el sofá disfrutando del juego. Ni rastro de paraguas tampoco. Un escenario paradisíaco para disfrutar de un campo como Royal Portrush, otra joya de Harry Colt, y seguir tiñendo de rojo la clasificación. Scheffler no sacó los fuegos artificiales de su bolsa hasta que llegó al hoyo 7. Hasta entonces, transitó como si nada, sin destellos, pero sin un ápice de nervios en su rostro.
En el segundo par 5 de la primera vuelta, eso sí, levantó la mano y dejó claro que si alguien quiere robarle este British deberá afrontar una misión poco posible. Drive descomunal en el centro de la calle, segundo golpe a la altura de la bandera y putt de eagle por el centro del hoyo. Una obra de arte que rubricó con otro birdie en el 8 para iniciar la escapada de todos su rivales, especialmente del chino Haotong Li, que superó a Matt Fitzpatrick como su principal amenaza, que soportó los nervios a las mil maravillas y concluyó el día a cuatro golpes del estadounidense. No todo fue fácil para Scheffler, que parece tener prohibido por ley hacer bogeys. No cometió ninguno en la tercera jornada y eso que se dio opciones de tropezar con algunas malas salidas, pero su capacidad de recuperación es capaz de triturar la mayor de las esperanzas de sus rivales.
A pesar de su privilegiada situación y de sus golpes espectaculares, mención aparte su hierro en el 16, los mayores rugidos del público los despertó Rory McIlroy, el indiscutible ídolo local. Da la sensación de que el norirlandés está demasiado lejos pero con un ataque fenomenal y precioso, al menos se dejó alguna remota opción de intentarlo en la última jornada. El ganador del Masters firmó 66 golpes (-5) tras empezar con tres birdies en cuatro hoyos, a los que añadió un eagle en el 12 tras embocar un putt kilométrico, cuya onda expansiva de celebración alcanzó los cinco continentes.