Raquel González: “No concibo mejor trabajo”

Vuelta y Vuelta

“Lo que siente un atleta de élite no puede comprarlo nadie”, dice Raquel González, estrella de la marcha atlética; la semana que viene viaja al Mundial de Tokio

Raquel González, en BesArt, el museo del cauce del Besòs, a finales de julio

Raquel González, en BesArt, el museo del cauce del Besòs, a finales de julio 

Montse Sahuquillo

No soy un superhéroe ni nada

Álvaro Martín

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Raquel González (35) se recuerda a sí misma de cría.

Retrocede al 2005.

Tiene quince años, gana carreras de fondo y marcha atlética, vive con sus padres en Mataró, se entrena bajo el paraguas de Juan Carlos Rodríguez y en algún momento recibe esa propuesta que tantos deportistas de élite anhelan:

–¿Y si te vienes a entrenarte en el CAR de Sant Cugat?

(...)

Le pregunto:

–¿Y qué hizo usted?

–Estaba sacando buenos resultados y tenía las cosas claras: quería ser atleta, podía compaginarlo con los estudios.

–¿Pero estaba dispuesta a dejarlo todo por el deporte?

–¡Por supuesto! Puede parecer una decisión complicada porque dejas atrás tu colegio, tus amistades y la vida familiar, y en el CAR tampoco había mucha gente tan joven. ¡Yo era una niña! Pero le pregunté a Mari Carmen, mi madre, tuvimos una charla y no dudó, ni ella ni Jose, mi padre: ‘Te apoyamos’. ¿Que me he perdido desayunos junto a ellos, y algunas experiencias? Ya lo sé. Ahora bien, los momentos bonitos que estoy viviendo como atleta, esos son imbatibles.

–Hombre, con la marcha atlética tampoco se habrá hecho millonaria...

–A ver, no quiero decir que no me haya perdido nada. Y esta vida es exigente. Te obliga a disciplinarte, llevas el cuerpo al límite, estás cansada todo el tiempo y no puedes dejarte ir, y a veces estás solo. ¿Si me haré millonaria? En la vida puedes comprarte muchas cosas, pero lo que sentimos los deportistas de élite no puede comprarlo nadie.

–¿...?

–Las emociones de la competición, el estadio repleto, el representar a tu país...

Raquel González se entrena en BesArt, el museo del cauce del Besòs, a finales de julio

Raquel González se entrena en BesArt, el museo del cauce del Besòs, a finales de julio 

Montse Sahuquillo

Me habla de los Mundiales de Doha 2019, cuando se vio marchando en la surrealista noche de la Corniche, a 45ºC: “En vez de competir era sobrevivir, y eso que los habíamos preparado a fondo, con pruebas asfixiantes en cámaras del ejército y entrenamientos de madrugada...”.

Me habla de los Juegos de Tokio 2020, los de la mascarilla y la cuarentena, los de los estadios vacíos y las carreteras, también. Marchando sin público, sin eco: “Vaya añitos hemos vivido: competir sin público... en fin, tampoco es tan terrible. En realidad, cuando estás compitiendo apenas escuchas las voces de tu entrenador y a ti mismo”.

No ando pensando en el futuro, sino en los objetivos del presente; el año pasado, los Juegos; este, el Mundial”

Raquel GonzálezMarchadora

También me habla del aquí y ahora.

De su experiencia de cinco años en la residencia Blume de Madrid y de su regreso a Mataró.

De sus largas marchas por el lago de Matemale, en Font Romeu (“tiene usted que venir, es una locura de atletas, maratonianos, marchadores, mediofondistas...”), para preparar los 35 km de los Mundiales de Tokio (se disputan el próximo sábado, a la 1h de la madrugada española; le acompañarán la campeona olímpica y mundial, María Pérez, y Cristina Montesinos).

De sus sesiones también en el cauce del Besòs, en ese museo al aire libre que ilumina los muros del lugar, el museo BesArt que fundó y dirige David Hernández: se trata del museo de arte urbano más grande del mundo.

(Son kilómetros y kilómetros de arte tendiéndose sobre las paredes del cauce, desde el Vallès hasta la desembocadura del Besós en el Mediterráneo).

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Me dice:

–¿Usted sabe el gustazo que te das cuando vas marchando y contemplas todas esas obras de arte? Ahí no hay paredes industriales, ahí hay belleza.

–A sus 35 años, ¿hasta cuándo se ve compitiendo?

–Hombre, esa pregunta... Yo no ando pensando en el futuro sino en los objetivos del presente. El año pasado eran los Juegos de París. Ahora, los Mundiales de Tokio. No quiero poner el foco en otras cosas. ¡Si el futuro va cambiando a cada rato! Tengo inquietudes más allá del deporte (estudió Comunicación y Marketing, está acabando un máster en Dirección de Empresas en la UCAM Murcia...), pero no me marco plazos para abordarlas. Sea lo que sea, lo que venga no sé si superará lo que estoy viviendo ahora.

–¿...?

–Vuelvo a la innecesaria idea de hacerse millonaria: no puedo dejar de valorar las recompensas que me da esto. Cuando un grupo de deportistas de élite nos sentamos y charlamos, siempre acabamos en lo mismo: ‘Lo que encontramos aquí no lo encontraremos en ningún otro trabajo’.

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