Jakob Ingebrigtsen: “Ha sido terrible, peor de lo que me imaginaba”

Atletismo | Mundiales en Tokio

El astro noruego, lastrado por una lesión en el tendón de Aquiles, fracasa en las rondas previas del 1.500

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Jakob Ingebrigtsen se lamenta de su fiasco en las series del 1.500, este domingo en Tokio 

Sarah Meyssonnier / REUTERS

Y tras los tiempos del 1.500 africano, se revuelve el 1.500 europeo, qué cosas se viven en Tokio.

Hay ajetreo por doquier, se conjugan los episodios que se viven en las calles con los del sintético. 

En los bulevares, cinco maratonianas africanas aceleran para dar caza a Susanna Sullivan, la impetuosa estadounidense que se ha atrevido a cruzar el kilómetro 20 con un minuto de margen sobre todas ellas y que luego, cosas del calor, la humedad y la fatiga, se sumerge en el infierno: en el kilómetro 28 se ve superada y a partir de ahí, los pasajes son los de siempre. 

Una etíope, la ligera Tigst Assefa, el portento que en su día había bajado a 2h11m53s el récord del mundo y que el año pasado, en los Juegos de París, transigía al esprint ante Sifan Hassan, combate con la infinita Peres Jepchirchir, keniana que se conoce bien estos lugares porque había sido oro olímpico a unos kilómetros de aquí, en Sapporo, en los extraños Juegos de Tokio 2020 que se celebraron en el 2021, los Juegos de la pandemia, las máscaras y el silencio.

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El desenlace es incierto y doloroso.

Ambas abordan a la par los últimos 300m, ya dentro del Estadio Nacional de Japón, y se torturan, se golpean a base de cambios de ritmo, y Jepchirchir acaba dándolo todo, vocea y ruge en la última recta, qué mala vida esta del maratón, para apoderarse del oro y decirle al mundo que Tokio es suyo (2h24ms43s).

(Bronce es una uruguaya, Julia Paternain, primer podio mundial del atletismo de su país; y Laura Luengo, la menuda española que se ha caído dos veces, en los primeros metros de la carrera y de nuevo en los últimos, es undécima en 2h30m55s; empapada, con una bufanda de hielo al cuello, Laura Luengo nos dice: “Ha sido duro, pero no tanto como me temía; no me ha parecido el maratón más exigente que haya corrido nunca”).

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Peres Jepchirchir supera a Tigst Assefa en la meta del maratón, este domingo en Tokio 

Jewel Samad / AFP

Para entonces, ya todos los fenómenos del 1.500 han abandonado el estadio y en el vientre solo quedan unos pocos, y entre ellos un noruego que juega a ser un superhéroe y que casi lo es, pero que aquí se ha hecho un lío.

El gran Jakob Ingebrigtsen (24), el referente del mediofondo contemporáneo, se ha derretido en las primeras rondas del 1.500. 

Solo es octavo (3m37s84) en una carrera que entregaba el pase a los seis primeros: siempre ha corrido a cola y cuando se esperaba su maravilloso arreón final, se ha visto sin fuerzas, bloqueado e irreconocible.

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-Ha ido muy mal. Mucho peor de lo que hubiera imaginado -nos cuenta, impertérrito. 

Es un bloque de hielo que expresa poco, nunca sabemos bien qué piensa cuando se ve en una de estas. 

-Al menos, esta experiencia me ha permitido ver dónde estoy realmente. Me demuestra que no tengo garantizado nada en el 5.000.

(Dos títulos mundiales exhibe en esta disciplina, aparte del oro olímpico del verano pasado; las rondas del 5.000 arrancan el viernes).

-Uno lo hace todo lo mejor que puede. Pero tengo que ser realista cuando no he sido capaz de entrenarme adecuadamente desde abril. Aun así, no soy el tipo de persona que se echa a llorar. Prefiero seguir de pie. Ahora mismo no soy el mejor para el 1.500, pero creo que lo haré mejor en el 5.000.

(En Tokio, Jakob Ingebrigtsen ha competido lastrado por una recurrente lesión en el tendón de Aquiles, problema que le ha mantenido fuera de competición durante todo el curso, desde abril hasta estos días en Tokio).

-Si eres el número 1, es normal que vengas a competir, que tengas confianza en ti mismo -dice Carlos Sáez (26), el barcelonés que compartía la serie con Ingebrigtsen y que ha acabado unos pasos más atrás, décimo en 3m40s61.

No piensa lo mismo Adrián Ben (27).

-Para Ingebrigtsen, esta es una cura de humildad -dice el gallego, exultante pues él sí se ha ganado la plaza para la semifinal (es quinto en la tercera serie, en 3m42s27)-. No puede aparecer así como así y decir que es el favorito para ganar aquí. Si no estás bien, di que eres mortal y que te vas a esforzar por hacer lo que puedas, pero no digas que vas a por el oro.

Ingebrigtsen no puede aparecer así como así y decir que es el favorito. Si no estás bien, di que eres mortal”

Adrián BenAtleta

-¿No le gusta cómo se comporta Ingebrigtsen?

-Me gusta y no me gusta. Es un atleta como la copa de un pino. Pero si no estás bien, no compitas. En atletismo, la continuidad es importante. Y lo normal es que, cuando dices estas cosas, te lleves todos los palos porque es lo que te mereces. En fin, no soy nadie para hablar así, pero es lo que pienso.

(El tercer español, Pol Oriach, queda fuera: es noveno en su serie, en 3m37s43).

Orgullosos, se crecen los fenomenales Niels Laros, la revelación del año, el estadounidense Cole Hocker, los británicos Josh Kerr y Jake Wightman, y Narve Nordás, el noruego que se entrena a las órdenes de Gjert Ingebrigtsen, padre del talento: ya lo ve, lector, en Noruega el atletismo da para múltiples culebrones.

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