Gervasio Deferr: “Soy un mitómano y me encantó pasar a ser un famoso más”

Gimnasia artística

El Museu Olímpic i de l’Esport homenajea a los olímpicos de Sydney 2000 y ‘La Vanguardia’ conversa con Gervasio Deferr, leyenda de la artística

Más de 40 olímpicos conmemoran los Juegos de Sydney

foto NACHO VERA GALBARRO (09/10/2025) Gervasio Deferr en el Museo del Deporte de Montjuic.

Gervasio Deferr, la semana pasada, en el Museu Olímpic i de l’Esport Joan Antoni Samaranch, en Montjuïc 

Nacho Vera

Dice Gervasio Deferr:

–Siempre he sido un mitómano. Y me encantó convertirme en uno más de esos mitos.

Sin embargo, su gestualidad contradice a sus palabras: si uno se detiene a contemplarle por un rato, no le encuentra el qué, la divinidad.

Más bien, se comporta como un antidivo.

Al reconocerte, te planta un beso y un abrazo fuerte y sincero. Nada de palmaditas. Y te habla mirándote a la cara. Y se entrega al fotógrafo, hace todo lo que se le solicita. Y celebra que todos le llamen Gervi. Y ahora saluda a María Vasco o a Arantxa Sánchez Vicario, y a Xavier Bosma y a Iñaki Urdangarin o a Joan Capdevila.

Su presencia se desparrama por toda la estancia, y su discurso es un torrente de ideas y reflexiones que ha generado tanta controversia como aplausos como creaciones artísticas: El gran salto, coescrito con Roger Pascual y editado por Península, es una obra imprescindible y el embrión de la miniserie de idéntico título.

Si Gervi (44) está aquí y ahora, lo hace como miembro de la generación de Sydney 2000: es uno más entre el abanico de talentos del deporte español que habían regresado de aquellos Juegos con once podios, y entre ellos el oro de Deferr en salto, primera de sus tres medallas (también tendría otro oro en salto en Atenas 2004 y una plata en suelo en Pekín 2008).

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Cuando llegué a Sydney me creía el mejor y por eso me estrellé en suelo”

Gervasio DeferrCampeón olímpico en gimnasia artística

–¿Puede usted atenderme unos minutos? –le pregunto a Gervi.

–¡Traigo la medalla en el bolsillo! ¿Quiere verla? –vocea el hombre, antes de posar junto al letrero de Sydney 2000 y los uniformes del equipo español.

Y despliega la sonrisa y eleva un índice al cielo mientras, con la otra mano, exhibe el trofeo.

–¿Qué es lo que más me flipó de Sydney 2000? –me responde cuando ocupamos un rincón recogido. Me responde con una pregunta, un poco a la gallega, antes de añadir–: mire, yo era un niño de 18 años que no sabía que aterrizaríamos a las dos de la mañana y nos pasaríamos una hora más recogiendo las acreditaciones. Menudo lío olímpico ese. Y me alucinó el comedor de los deportistas, lleno de países y deportes que no había visto en mi vida. Y entonces me fui a jugar a las maquinitas, y...

–¿Y qué pasó?

–Estaba con un juego de atletismo y mi avatar era Iván Pedroso. Y cuando fui a saltar, sentí que se me plantaba un tipo al lado y me volví y olé, ahí estaba Pedroso.

–¿...?

–Le dije: ‘Oye, que estoy jugando con tu muñeco, ¿lo quieres para ti?’. Y Pedroso me respondió: ‘Tranquilo, te lo dejo’. Y después escogió otro avatar para jugar él.

Me descubrió una entrenadora en el mercado municipal de Premià de Mar”

Gervasio DeferrCampeón olímpico en gimnasia artística

Hubiera estado sensacional que Pedroso escogiera el avatar de Deferr, pero entonces el gimnasta apenas se estaba abriendo paso en el imaginario popular, con títulos en concursos notables, que no populares: evidentemente, Pedroso ignoraba aún quién era Gervi.

–Días más tarde competí en suelo, donde estaba Nemov. En principio, Nemov era inalcanzable para mí, pero aun así yo me decía: ‘Puedes, claro que sí, fliparán contigo’. Entonces metí la pata. Me echaron en la calificación, supongo que me creía el mejor.

–¿Cómo llevó aquello?

–Pasé tres días llorando. Salí del pabellón repleto de espectadores para encerrarme en el vestuario. Llamé a mi madre y le dije que me quería morir.

(Me habla de sus inicios como gimnasta, cuando era un niño travieso de cinco años que acompañaba a su madre en el Mercado Municipal de Premià de Mar: “Apareció una clienta que era entrenadora en un gimnasio y le propuso a mi madre que practicara yoga y le dijo que se trajera a ese niño que siempre estaba probando piruetas. Se refería a mí, y con mi madre me fui y al entrar en el gimnasio Models ya me enamoré de todo esto”).

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–Dice usted que lloró durante tres días, pero luego se recompuso, ¿no?

–Al cuarto día vi la luz y al noveno ya estaba listo para el ejercicio de salto.

–¿Pensaba en el oro?

Ahora paso los días en mi gimnasio en La Mina; allí me ayudan Denise y Bianca”

Gervasio DeferrCampeón olímpico en gimnasia artística

–Sabía que lo tenía. El sorpresón fue el 9,800 del primer salto. Ahí me dije: ‘Se masca la tragedia’. Y con el 9,625 del segundo firmé una media de 9,712. Oro.

–¿Y qué hace ahora?

–Sigo con el gimnasio que fundé en La Mina en el 2010. No quiero olímpicos, quiero crear valores y que los críos entiendan que el deporte te cambia la vida. Si alguien lo logra, me doy con un canto en los dientes. Denise y Bianca, que trabajan allí conmigo, son un ejemplo de eso. Denise fue una de mis primeras alumnas. Es del barrio. Ahora tiene 23 años y va a la universidad. Ella es mi modelo, justo lo que estaba buscando.

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