Xavier Nolla: “Mirabas al cielo y rezabas”

Vuelta y Vuelta

“Fíjese, desde aquí arriba se distingue Collserola”, nos dice Xavier Nolla: esquiamos junto al sabio que dirigió Masella durante 45 años

Xavier Nolla, exdirector de la estación de esqui La Masella. Pere Duran / Nord Media

Xavier Nolla, el pasado fin de semana, en la estación de esquí de Masella 

Pere Duran / NORD MEDIA

En la siembra, aprende; en la cosecha, enseña; en el invierno, disfruta

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Al bajar del telesilla en el Niu de l’Àliga de Masella, a 2.500 metros de altitud, Xavier Nolla se detiene por unos instantes, contempla el horizonte, se vuelve hacia el sur y me dice:

–¿Las ve?

Aguzo la vista.

Sí, las veo.

Desde allí arriba, desde la sierra del Cadí, distingo la torre de Collserola. Y a su lado, la basílica del Tibidabo.

–En línea recta, están a 99 kilómetros. En los días más claros se ven perfectamente. Hoy hay bruma, pero más o menos podemos reconocerlas.

Luego descendemos por la Tosa del Mig, esquío siguiendo a este caballero de 79 años que se maneja como un ciervo, pues lleva toda una vida sobre los esquíes, ha visitado más de mil estaciones en todo el mundo y ha dirigido Masella durante 45 años, hasta el 2016.

(Ahora, preside el consejo de administración de la estación).

–Está usted en forma –le digo cuando nos detenemos en algún punto de la estación, por ejemplo en el telesilla Jumbo.

–Bueno, no tanto como estos críos.

Y me presenta a sus nietos, Ignasi y David, que esquían con la CANM, escuela de competición.

Estos pequeños son elásticos y ágiles como gatos, vuelan cuesta abajo sobre la nieve, se les ve alargados en los uniformes.

–Sois gatos –les digo.

–Somos gatos –responden.

Y maúllan.

(...)

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Xavier Nolla también fue un gato.

–Empecé a esquiar a los siete años, en Núria –me cuenta ahora que hemos colgado los esquíes, nos hemos quitado las botas, los pies descansan en los descansos y nos tomamos un café en su despacho, en las oficinas de la estación.

Le digo que, en aquellos años 50, en nuestro país no esquiaba casi nadie.

–Bueno, solo existían las estaciones de Núria, La Molina y Candanchú. Teníamos una casa familiar en Queralbs. Desde allí, en el cremallera hasta Núria, eran veinte minutos. En fin, tiene usted razón: el esquí era muy minoritario.

Técnicos de Corea o de Suiza vienen a estudiar el sistema de nieve producida que tenemos en Masella”

Xavier NollaDirigió la estación de esquí de Masella durante 45 años

–¿Era una aventura?

–En los años de la expansión, producir nieve era impensable. Los telesillas se paraban. No existían las cintas. Tampoco había previsiones de tiempo. Mirabas al cielo y rezabas.

–¿Hacía más frío entonces, nevaba más?

–Los datos no dicen eso.

–¿No nevaba más, en serio?

–No nevaba más que ahora. Entonces, la temporada empezaba mucho más tarde, empezaba en las Navidades. E iba de enero a marzo. Mire, en el invierno, las temperaturas no han subido. En la temporada 72-73 apenas nevó. En la 89-90, tampoco. En aquel año, la mayoría de estaciones del Pirineo no abrieron. Masella, tampoco. Otra cosa es el verano, aquí sí que la subida de las temperaturas es una evidencia.

–Entonces, ¿el negocio no peligra?

–A veinte años vista, y gracias a las innovaciones que tenemos y a las que vendrán, y que no sabemos cuáles son, el cambio climático será superado por la tecnología. Técnicos coreanos y suizos han venido a estudiar nuestro sistema de nieve producida, que no es artificial. La necesidad crea oportunidades.

–¿Y por qué habla de nieve producida? ¿No es nieve artificial?

–Si la llamamos artificial, parecerá que la hemos producido en un laboratorio. Y no es así: la nieve producida no tiene aditivos químicos, es agua y aire producidos por los innivadores, eso que los profanos llaman cañones de nieve.

Me cuenta que Masella entrega 400.000 forfaits anuales, quién se lo hubiera dicho en aquellos años cincuenta, y entonces le pregunto:

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–¿Y por qué se ha popularizado tanto este deporte?

–Ahora necesitamos menos tiempo para aprender a esquiar. En cuatro días ya estás bajando desde la cima. Antes, te pasabas días en el telearrastre. Y los esquíes son más anchos y cortos. Se calcula que en Catalunya hay 700.000 personas que han esquiado alguna vez en su vida. Son bastantes, ¿no cree?

Asiento.

Y me emplaza para el día siguiente: quiere llevarme de nuevo allá arriba. Desde lo alto, contemplaremos la Vall d’Aran.

Me dice que esquía cien días al año.

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