Para los lectores de Chicago (Illinois), Tombuctú y Ulan Bator, conviene aclarar que Catalunya tiene unas costumbres no siempre racionales y muy suyas. Así, fer cagar el tió –zurrar un tronco para que defeque regalos infantiles–, los castells –levantar unas torres humanas y poner en lo alto a un chaval al que en el resto de la humanidad prohibiría encaramarse por temor a que se rompa la crisma– y la semana que el RCD Espanyol juega contra el Real Madrid, como sucede este sábado. ¡Toda Catalunya se vuelve blanquiazul! ¡Milagro! Y los blanquiazules, que se pasan la vida quejándose de estar discriminados en su tierra, se lo toman a mal, lejos de fundirse en un abrazo con la mayoría azulgrana de Catalunya.
Yo ya entiendo a los simpatizantes del RCE Español, autodenominados pericos aunque se revuelven como gatos ante estas muestras de ánimo. Se trata de un apoyo interesado, oportunista y más falso que un duro sevillano porque los barcelonistas de manual lo que desearían es que perdiesen los dos, se hundiese el techo del Santiago Bernabéu –sin causar un rasguño a nadie– y la expedición blanquiazul pillase al regreso una huelga salvaje en Barajas que les obligase a regresar en autobús pullman y a pernoctar en Alfajarín, meca del bufé libre.
Desde el año 2000, el RCE Espanyol ha logrado 26 puntos contra el Real Madrid y 22 contra el Barça
Para mayor inri, si el RCE Espanyol sale derrotado de su duelo ante el Real Madrid, las muestras de afecto se transforman ipso facto en insidias, pullas e infundios.
-¡El Real Madrid con vosotros ya tiene los seis puntos garantizados!
La teoría está muy difundida a pesar de que basta con fijarse en los números, lo único objetivo en el planeta del fútbol. Si tomamos como referencia la temporada 2000-2001 y hasta la fecha, el RCD Espanyol ha arrancado 26 puntos en sus enfrentamientos ligueros contra el Real Madrid mientras que frente al FC Barcelona ha ganado 22 puntos. Ya lo dijo algún filósofo: las cosas como son. O menos da una piedra y más daño hace.
El españolismo que invade Catalunya dos semanas al año forma ya parte de las costumbres del país. Se repite desde tiempos inmemoriales y, por lo que se ve, refuerza las quejas de los pericos, quejas comprensibles porque ni son mercenarios ni se dejan ganar ante los blancos pese a lo cual y a la que tienen algún cedido del Real Madrid se les trata de sucursal regional de este club.
Y ya no digamos de aquello tan hiriente y gracioso de llamar al RCDE Stadium el pequeño Bernabéu...