Después de perder los cuatro clásicos de la temporada pasada, el Madrid se impuso en el primero de esta en un partido en el que Xabi Alonso supo transmitir a sus futbolistas la agresividad y el jugar al límite con la que él jugaba cuando se vestía de corto, tan típica de los Madrid de Mourinho. El Bernabéu, sin olvidarse de presionar al árbitro cuando se creía perjudicado, asistió complacido a la garra y energía desplegada por los suyos. No hay pecado que más duela en el madridismo que la falta de actitud, las ganas de comerse al rival, algo que fue muy frecuente en la última temporada de Carlo Ancelotti y que se vio en esta en el partido del Metropolitano, el único saldado hasta ahora con derrota.
No fue esta vez un Madrid contemplativo y a verlas venir. La única duda táctica, si Valverde jugaba de lateral o de centrocampista, la resolvió Alonso dejando al uruguayo de lateral pero reforzando el centro del campo con un Camavinga que acompañó en el doble pivote a Tchouaméni, lo que privó a los blancos de un delantero.
El equipo blanco
Agresivo y vertical
Fue sobre todo un Madrid determinado y vertical, muy agresivo en los duelos individuales. Carreras mantuvo muy bien el tipo con Lamine, al que se vio muy poco; Jude Bellingham se peleó con todo el centro del campo rival demostrando que está muy recuperado de su lesión; más o menos eso pasó con Camavinga; Vinícius estuvo en su línea peleona, pero estropeó su actuación montando un numerito cuando fue sustituido en el 73, lo que le sentó fatal. El único que desentonó un poco sobre el césped en esa tarea de fajadores fue Arda Güler, cuyo fútbol no es precisamente el de un perro de presa, sino mucho más sutil. El partido del Madrid no era el suyo y de un error del turco vino el gol de Fermín, el único gol visitante.
Jugar solo con dos arriba no fue demasiado problema para el Madrid, que salió a intimidar desde el minuto uno. La primera parte fue un rosario de ocasiones blancas y enseguida se vio lo enchufado que estaba Mabppé, que hasta ayer había marcado once goles al Barcelona (seis con el PSG), pero nunca había ganado un clásico y eso le llevaba a mal traer.
Los mejores
Mbappé y Bellingham
El delantero francés ha salido esta temporada como un tiro. Entre él y Courtois han sostenido al Madrid la mayoría de los partidos. Mbappé llevaba hasta ayer quince goles entre la Liga y la Champions; ahora lleva 16 y eso que falló un penalti al comienzo del segundo tiempo y erró un par de manos a manos.
Pese a ello, Mbappé fue una pesadilla para los azulgrana, en especial en la primera parte. Quiso tirar el penalti en el minuto 2 que Soto Grado anuló tras consultar al VAR: marcó en el 16 de un chutazo pero se le anuló el gol por la aplicación del fuera de juego semiautomático y por fin anotó en el 22 tras un gran pase de Bellingham. Aún se le anularía otro gol en el 43, esta vez por un fuera de juego muy claro.
Aparte de Mbappé, el partido para los blancos significó el regreso de Bellingham, que ya había marcado en la última jornada. El inglés anotó el gol de la victoria al filo del descanso y acabó reventado. La tarde fue la primera en la que el Madrid gana a un grande tras una temporada y cuatro meses. Xabi Alonso necesitaba algo así para ir consolidando su proyecto y hacer crecer al equipo.
El enfado de Vinícius
Montó un número con sus protestas al ser cambiado
Vinícius echó un borrón sin precedentes a la tarde de felicidad que vivió el Real Madrid. El brasileño vio que iba a ser sustituido en el 72 y acogió el cambio con grandes aspavientos y gestos de enfado. Tardó un mundo en salir y cuando lo hizo se fue andando muy despacio y entre imprecaciones. Un enfado como este en un cambio es algo sin precedentes en el Santiago Bernabeú.
El público del estadio asistió atónito a la escena y terminó por silbar tímidamente a su jugador cuando salía del césped.
Vinícius se fue directamente a los vestuarios sin hablar con nadie ni quedarse en el banquillo. Minutos después regresó al mismo y vio los diez últimos minutos del encuentro desde la segunda fila.
