El Real Madrid cerró esta tarde su semana 'horribilis' con un empate sin goles en Vallecas, un campo que no se le suele dar nada bien y donde solo ha ganado una vez en sus últimas seis visitas. Tras el fiasco de Liverpool, los blancos necesitaban un lavado de imagen y recuperar crédito. Fue todo lo contrario. El equipo de Xabi Alonso estuvo por juego siempre por encima del Rayo, pero los de la franja le pusieron más alma y más ganas. El Rayo jugó el partido que quería y se llevó un punto que le sabe a oro.
El Madrid ya estaba avisado. Antes pasaron por aquí esta temporada el Barcelona y el Atlético y ambos solo habían podido empatar. Estamos ante el Rayo de toda la vida que se crece ante los grandes porque sabe como nadie cómo anular sus virtudes. Todo el que pasa por Vallecas suele acabar desquiciado.
Lo peor del Madrid es que no se vio en ningún momento a un equipo enrabietado, dispuesto a hacerse perdonar su paso por Inglaterra. Fue una vez más un Madrid que exhibió carencias y al que le faltó chispa arriba y energía e intensidad en el centro del campo, un equipo muy previsible que jugó a ritmo bajo y aunque gozó de algunas ocasiones fueron más destellos de calidad individual que producto de un fútbol coral y elaborado.
El once del Madrid
Pocas rotaciones
Xabi Alonso no varió mucho al once. La baja del lesionado Tchouaméni la suplió con Camavinga y la única novedad fue la presencia de Brahim junto a Vinícius y Mbappé, todo un mensaje para Rodrygo, ahora mismo totalmente abandonado.
La primera parte fue prácticamente soporífera. El Rayo, con su presión, vulgarizó al Madrid, que jugó sin la energía necesaria para saltar líneas. El único de los de Xabi Alonso que se acercó a su nivel fue Bellingham, el más batallador, aunque lejos de las zonas donde hace daño. Mbappé, al igual que en Anfield, pasó desapercibido. Tocó once balones siempre alejado del área. Brahim fue un auténtico desastre y el Rayo jugó uno de los partidos más cómodos de la temporada.
Con todo, como la calidad del Madrid no hay quien se la quite los blancos tuvieron hasta tres ocasiones de gol: un remate desde fuera del área de Güler; otro de Vinícius a bocajarro en el que el brasileño golpeó mal al balón y un cabezazo de Raúl Asencio que, con todo a favor, la echó fuera. La única réplica del Rayo fue una carrera del lateral rumano Ratiu que se plantó ante Courtois y le estrelló el balón en el cuerpo. En todo el primer acto solo hubo una polémica. En el 23 el Madrid reclamó penalti por agarrón de Chavarría a Bellingham. Martínez Munuera no vio nada y el VAR no entró en la jugada.
La segunda parte
Imprecisiones y falta de recursos
La segunda parte comenzó con un cambio en el Madrid. Militão sentó en el banquillo a Huijsen, que se había cargado con una tarjeta bastante innecesaria. El hispano holandés, que había empezado la temporada como un cohete, lleva unos partidos bajando el listón, cada vez más perdido.
El Madrid no mejoró en el segundo acto, ni siquiera presionado por la hora al ver que se le iban dos puntos. De hecho, la segunda parte fue algo más viva en ritmo pero mucho más llena de imprecisiones, con un Rayo cada vez más arrinconado en el área y un Madrid que desesperaba a Xabi Alonso en el banquillo por sui incapacidad en encontrar huecos en el la tupida malla defensiva local.
Presa de los nervios el Madrid tuvo tres ocasiones entre los minutos 51 y 59, un remate de Güler, otro de Bellingham que paró Batalla y uno más de Mbappé que se le fue fuera. El francés ya no volvería a aparecer en su peor partido de blanco, en el que menos ocasiones ha tenido.
El único peligro del Madrid eran las correrías de Vinícius, que generalmente acababan en nada entre protestas del brasileño,con aspavientos hacia el árbitro. Ni una sola vez consiguió Vinícius desbordar con claridad ni conectar con los compañeros de arriba.
En esas el Rayo tuvo en el 66 la mejor ocasión del partido, una contra y un remate de Álvaro García que se le fue fuera cuando estaba en inmejorable posición para batir a Courtois.
Xabi Alonso movió el árbol mediado el segundo tiempo. Sacó a Ceballos para dar algo de calidad al centro del campo y luego a Rodrygo, a ver si una genialidad del brasileño le salvaba los muebles. Luego apareció Trent por un Valverde que se retiró renqueante. Nada le funcionó al Madrid que llegó a los minutos finales encerrando al Rayo en su área pero sin chispa de fútbol. Gúler tuvo la última ocasión, pero el Rayo nunca se vio con el agua al cuello. El Madrid se va al parón triste y ofuscado.
